Política

Las citas clandestinas de Sánchez y los "pinchos de tortilla" del PP con C's

Sánchez, en su reunión con Puigdemont. Imagen: Reuters

A tres semanas vista de que el reloj constitucional marque la hora de disolver las Cortes, muy pocos son los que, en el Parlamento, en los partidos y entre los agentes sociales, dudan de que estamos abocados inexorablemente a volver a las urnas el 26 de junio.

Las tajantes declaraciones del portavoz socialista y jefe del equipo negociador de Sánchez, afirmando que "el tiempo de las ofertas ya pasó. No nos fiamos de Iglesias; Rajoy, si tenía previsto hacerla, se la puede ahorrar", parecen aventurar que el PSOE también ha entrado ya en campaña.

Y digo también, porque el Partido Popular la puso en marcha justo después de la Semana Santa y está perfilando ya las listas en provincias, mientras que Ciudadanos, que nunca jugó al trío con Podemos, empieza a ponerle ojos tiernos al PP, con vistas a un acuerdo postelectoral que le asegure la entrada en el Gobierno con la guinda de una vicepresidencia para Albert Rivera.

Porque, como ocurre en las historias de la prensa rosa, aunque las partes se empeñan en negarlo, lo cierto es que el idilio entre el PSOE y Ciudadanos hace aguas y los chicos de Rivera no se fían ya de un Pedro Sánchez que coquetea a escondidas con Puigdemont y con Junqueras y que sigue pelando la pava en la distancia con Podemos.

Pero no sólo es Ciudadanos. Tampoco en el PP se fían de Sánchez y desconfían también de sus maniobras e intenciones muchos de sus compañeros de partido y los barones. "El acuerdo con Podemos no está roto y Sánchez lo va a seguir intentando hasta el final", me comentaba un destacado dirigente socialista que, eso sí, matizaba que "el órdago de Iglesias convocando a la consulta de las bases lo pone muy difícil".

Eso y la línea roja de los barones con el referéndum secesionista catalán. Y aquí es donde entran en juego las citas clandestinas de Sánchez con los líderes independentistas catalanes, que tenía ayer su colofón con el llamamiento "a las fuerzas de izquierdas comprometidas" de Ada Colau, para "ser más dialogantes y generosos".

Difícil sí, pero imposible, hoy, todavía no. Por eso, C's ha empezado a mover ficha ante una posible traición o instrumentalización de los acuerdos con el PSOE y en el PP se frotan las manos ante unas encuestas que reflejan que no sólo no sufre desgaste, sino que puede capitalizar los votos de otras formaciones y, sobre todo, los de los abstencionistas, que ahora ha visto las orejas al lobo de Podemos.

En Génova echan cuentas y les sale una mayoría absoluta con Rivera, y en el Congreso el portavoz popular, Rafael Hernando, mantiene contactos con Ciudadanos a diario. Como decía el vicesecretario popular Pablo Casado, recordando a Adolfo Suárez, "hay que tomarse más pinchos de tortilla fuera de las Cámaras y menos reuniones para la galería".

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