
El escritor y académico Arturo Pérez-Reverte ha vuelto este lunes a expresar sus críticas contra los sucesivos gobiernos de la democracia española que han propiciado el discurso y la carga intelectual del diputado de ERC, Gabriel Rufián, como pudo verse en la sesión de investidura.
"En la biografía de Gabriel Rufián -indica el corresponsal-, semejante a la de otros jóvenes independentistas, hay una línea clave: cuando él mismo afirma que descubrió la lengua y la cultura catalanas 'cuando mis padres me matricularon en un instituto de Badalona'. Es decir, cuando se vio inmerso en un sistema educativo que, desde hace mucho, tiene por objeto cercenar cualquier vínculo, cualquier memoria, cualquier relación afectiva o cultural con el resto de España".
"Aunque el en caso de Rufián -señala el veterano reportero-, y de tantos como él, se da otra circunstancia aún peor: el abandono de la gente, de los ciudadanos decentes, en manos de política local. A cambio de gobernar de cuatro en cuatro años -apostilla en su artículo publicado en el XL Semanal de Finanzas.com- , los sucesivos gobiernos de la democracia han ido dando han ido dando vitaminas a los canallas y dejando indefensos a los ciudadanos".
"Y ese desamparo -abunda-, ese incumplimiento de las leyes, esa cobardía del Estado ante la ambición, primero, y la chulería, después, de los oportunistas periféricos, dejó al ciudadano atado de pies y manos, acosado por el entorno radical, imposibilitado de defenderse, pues ni siquiera las sentencias judiciales sirven para una puñetera mierda... Así -subraya el periodista-,gracias al pasteleo de Aznar, la estupidez de Zapatero, la arrogancia de Rajoy, generaciones de Rufiancitos han ido creciendo, primero en el miedo al entorno y luego como parte de él. Y van a más, acicateados por la injusticia, la corrupción y la infamia que ven alrededor".
"No les quepa duda -concluye en su reflexión-: en un par de generaciones, o antes, esos jóvenes votarán independencia con más entusiasmo, incluso, que los catalanes o vascos de vieja pata negra... Por eso digo que la imbécil y cobarde España que hizo posibles a jóvenes como Gabriel Rufián, merece de sobra irse al carajo. Y ahí nos vamos, todos, oigan. Al carajo".