
Y se acabó la diversión. Llegó el comandante y mandó a parar. Así cantaba Carlos Puebla las hazañas del cubano más mentado de la contemporaneidad y así aparecía esta semana Felipe González en la portada del diario de deferencia... perdón, de referencia del socialismo patrio. El día D a la hora H. Con un poco de retraso, como las novias, y a cuatro columnas para regocijo de trifulqueros y demás columnistas. Música de tensión. El hombre ha hablado.
Con el habitual brillo amedrentante en el pelo, plateado por los años que lleva siendo el muymejor canoso de la esfera política mundial, Felipe -leído, que no es poco- recordó por momentos a esos entrenadores de ahora, modernos hasta el agotamiento, correctiérrimos y secretamente envanecidos que nunca, pero nunca, nunca, nunca, hablan de los árbitros después de un partido. "Jamás he hablado de un árbitro, pero?".
Pero. Esa conjunción. Qué carajo, la auténtica conjunción. La favorita de la postmodernidad. No acostumbro a dar lecciones. Pero. No me corresponde a mí tomar esta decisión. Pero. No soy racista. Pero. Tu amigo es majo. Pero. Y de aquí a la eternidad.
Y es precisamente en esas sucesiones de peros transformadas en entrevista de advertencia, un nuevo género periodístico muy en boga últimamente, donde el jarrón chino más famoso fuera de China se maneja a las mil maravillas. Aunque lo cierto, para mano en el mentón los cronistas, es que Felipe no dijo gran cosa.
Al menos ninguna cosa distinta a la cantinela que lleva repitiendo a todo aquel aficionado a las conferencias que le quiera escuchar. PP, muy mal pero bien. PSOE, bien pero ahora muy mal. Podemos, muy mal, pero muy requetemal de fatal de morir en Venezuela. Ciudadanos, psé, igual un poco Ibex pero tampoco mal porque Andalucía y tal y cual. Abstención activa. Nada de coalición que tiene mala rima.
Sin novedades en el frente
Sí amigos, Felipe ha vuelto a hacerlo. Pero tampoco se ha fajado. Aunque ya a estas alturas, qué más da. Le ha metido dos, tres, diez, veinte dardos por la oreja a Pedro Sánchez. Delante de todo el país. Los de todos los días, pero ahora con el dedo en alto. Cuidadín Pedro, a ver dónde te metes. Que estos nos van a echar abajo. No a España, que también, sino a nosotros. Sí Pedro, a nosotros. Quieren la vicepresidencia de demoliciones.
Y entre editorial y editorial incendiario, entre paseo y paseo por Zarzuela, entre exabrupto y exabrupto de exministro ajado a la salida de restaurante caro, aquí nadie quiere saber nada de no sé qué pamplina de gobernar un país. Semana lánguida una vez más, a la espera de otro viernes mágico de faroles indecentes, con el maremoto Taula 'salpicando' (del verbo inundar) al Partido Popular y camino del enésimo Comité Federal del PSOE. La consigna de este sábado es menos ruido y más nueces, con un Sánchez que avanza hacia su decapitación en diferido con enjundia torera.
Y en todo este desaguisado, va ERC y dice que votará 'no' a una hipotética investidura socialpodemita. Segunda vuelta, llévame pronto.