Política

Apoyo al Gobierno ¿sin fisuras?

Sánchez, Rajoy y Rivera. Imagen: EFE

Estos días sobrevuela por Madrid una pregunta capciosa sobre el giro experimentado por el secretario general socialista en su posición respecto al desafío antiespañol de los golpistas que defienden la independencia de Cataluña. ¿Quién ha llamado a Pedro Sánchez? ¿Quién le ha explicado y de qué forma que la posición del PSOE debe ser la defensa de la unidad de España, sin matices?

Su cambio de actitud, gestado en la jornada del martes y con reflejo público en la reunión con fotografía del miércoles en La Moncloa, es tan ostensible que llama la atención hasta de los analistas más proclives. De situarse enfrente de Rajoy tanto como de Mas, considerando a ambos culpables del desafío brutal que sufre nuestro país, ha pasado a apoyar al Gobierno en su decisión de firmeza, lo que antes era considerado inmovilismo.

Hay quien especula que ha sido Felipe González quien ha abierto los ojos de Sánchez, otros se decantan por Rubalcaba y los más aventurados señalan que hasta el Rey ha tenido conversaciones con él y con otros para que estemos todos a una frente a los secesionistas.

El líder socialista ha pasado de afirmar tajante "nunca pactaremos con los populistas", a pactar con los populistas. Y ahora, por el bien de España, ha pasado de asegurar "nunca pactaremos con PP ni con Bildu" a pactar una posición común con el Gobierno presidido por Mariano Rajoy.

¿O tal vez ha tenido algo que ver la claridad con la que Susana Díaz se ha manifestado en estos días de extrema gravedad? La presidenta andaluza no tiene ningún complejo en asegurar que Rajoy no está solo en la defensa de la unidad de España y del orden constitucional, y en señalar que primero es la Ley y luego el diálogo, una ecuación que hasta hace cuatro días era para Sánchez exactamente al revés.

En el seno del PSOE va a ser difícil que haya una defensa cerrada de esta unidad de acción con el Gobierno. Lo hemos comprobado al escuchar al valenciano Ximo Puig, que gobierna como apoyo los rupturistas de Compromís y con Podemos, y que culpa a Rajoy del desafío secesionista ("el inmovilismo de Rajoy está rompiendo España", lo mismo que ha escrito en su cuaderno Pablo Iglesias).

Puig, presidente perdedor en las urnas y apoyado en antiespañoles, obvia el nuevo discurso de Ferraz, y se concentra en el partidismo cortoplacista y diminuto: se preocupa antes de cómo le vaya a él y a sus siglas que de defender la idea común de un país de todos y para todos.

Algo parecido cabe decir de Miquel Iceta, quien se niega a suscribir con PP y Cs una proposición alternativa a la declaración independentista del Parlament. El caso de Iceta es ancestral en el socialismo: una propuesta sólo es defendible si no la hace el adversario político. Alago antidemocrático cien por cien.

Albert Rivera ha sido muy claro: "Apoyamos al Gobierno contra los secesionistas. Sin fisuras". Uno de sus cinco puntos de acuerdo por España es no gobernar con quienes quieren romper el país. ¿Habrá fisuras en las filas socialistas? ¿Podrá alguien evitar que se mantenga la fisura evidente de Podemos, que defiende el derecho a decidir de los territorios de España?

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