Política

El psicoanálisis del PP llega varios años tarde

Rajoy, en un acto reciente del PP. Imagen: EFE

El miércoles negro que ha vivido el partido político que gobierna en España va a tener consecuencias. Lo que no sabemos es en qué sentido, pero las tendrá sin duda. Hasta los dirigentes políticos más inmovilistas y reacios a afrontar los problemas se dan cuenta de cuándo la tierra tiembla bajo sus pies. Aunque nadie a su alrededor se lo haga notar.

Si el mismo día otoñal un ministro dirige sus torpedos contra la dirección del partido, contra algunos compañeros de gabinete y contra el expresidente, varias diputadas se enzarzan en una discusión en público por las críticas malintencionadas de una de ellas, y una líder regional dimite sintiéndose desautorizada por la dirección, hace falta estar ciego para no comprender que es necesario un golpe de timón, si no de efecto. Y eso va a ocurrir, pese a que parezca lo contrario. El calado de las decisiones que se adopten de aquí al 20 de diciembre es una incógnita, pero las habrá. Por necesidad.

En noviembre de 2011 éramos muchos los que pensábamos que pese a la rotunda victoria en las urnas y al mandato clarísimo recibido por Rajoy para sacar a España de la crisis, si el PP hacía lo que España necesitaba no volvería a estar en condiciones de gobernar en muchos años. Tan duras eran las medidas que había que acometer. No llegó a tanto, aplicó a medias la medicación, y pese a todo las aspiraciones electorales de esta formación política están en la UVI.

Los cuatro años de mandato que vencen dentro de pocas semanas han tenido en el seno del PP importantes aciertos en política económica, reformas muy necesarias acometidas con valentía, otras que quedaron en el limbo como el adelgazamiento de las administraciones, una parálisis atenazadora frente a los casos de corrupción que han sacudido al partido, y una auténtica industria del acoso y el hostigamiento contra el PP llevada a cabo en múltiples frentes que comenzó el día 21 de noviembre de 2011.

La estampa dantesca de nuestro país que estas fuerzas han dibujado día a día no ha sido contrarrestada en ningún terreno de juego, con lo que el partido de la opinión pública lo tiene perdido Rajoy desde hace años. Si a eso le unimos la pugna interna y soterrada que se ha vivido durante estos años en los palacios presidenciales, terminamos de diseñar un complicadísimo diagnóstico de situación para los populares.

Un ministro del Gobierno con aspiraciones a seguir en el ejecutivo si Rajoy obra el milagro de seguir siendo presidente comentaba hace dos días fuera de micrófonos que es posible alcanzar el 35% de los votos en el generales, y llegar a la cota de 150 diputados.

Aún creen en el voto oculto que no reconoce su fidelidad al PP en las encuestas, pero que a la hora de votar no falla. Si es así, ese voto no se ha considerado cautivo ni en las elecciones municipales ni en las catalanas, por mucho que hubiera una victoria moral en las primeras y una recuperación respecto a las encuestas en las segundas.

La forma de recuperar la posición en el campo, para éste y cualquier otro partido político, no pasa por difundir vídeos bienintencionados pero con planteamientos ridículos que no convencen de nada ni a un sólo elector.

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