
Hacer de la necesidad virtud. En esa estrategia ha incurrido estos últimos meses el líder socialista español al presentarse ante la opinión pública como beneficiado por los resultados de las recientes citas electorales.
Cuando en mayo el PSOE perdió 700.000 votos en las municipales, alteró las reglas del solitario al decir que en realidad subía en votos si se comparaba con las anteriores europeas de 2014. Los socialistas ganaban aparentemente sobre todo porque lograban arrebatar poder autonómico al Partido Popular en feudos regionales importantes, aunque fuera a costa de apoyar a radicales de izquierdas en los Ayuntamientos. Pero la realidad es que la marca PSOE fue la quinta opción más votada en Barcelona, la tercera en Madrid, la cuarta en Valencia y Bilbao...
En las más recientes elecciones catalanas el rizo se ha rizado aún más, porque desde todos los puntos de vista los socialistas han bajado en escaños, han perdido apoyo electoral pese al sensacional aumento de la participación, y sin embargo han logrado que cale en mucha gente la idea de que han logrado un aceptable resultado fácil de digerir, que avala su propuesta de reforma constitucional nunca explicada y su tercera vía. Así se manifiesta Pedro Sánchez cada vez que le preguntan, haciendo más profundo aún el bache de su principal adversario popular, que en Cataluña literalmente se ha despeñado víctima de sus propios errores.
Vista esta tendencia a convertir en éxitos lo que son claramente retrocesos, cabe preguntarse si Sánchez entenderá una derrota en las urnas el día 20 de diciembre como un éxito y un llamamiento a aglutinar una mayoría de izquierdas que evite a Mariano Rajoy gobernar siquiera en minoría. ¿Qué hará si no es el más votado, sr. Sánchez? Hasta en nueve ocasiones le han interpelado en la entrevista de la Cadena Cope, sin respuesta concreta.
Sigue sin desvelar, y no lo hará antes de las elecciones, si intentará un acuerdo tipo frente de izquierdas contra Rajoy aunque el PP sea el ganador, y ante la eventualidad de que no pueda garantizarse la investidura. Hoy ha introducido la variable "no gobernaré a cualquier precio", pero la consideración del precio a pagar que tenga él puede ser muy distinta a la que tengan los ciudadanos. ¿Ha pagado un precio alto por gobernar en Valencia? ¿Y en Castilla La Mancha? El precio ha sido apoyar a los extremistas cuasi-anti-sistema en los Ayuntamientos para permitirles desplegar los programas de gobierno que estamos presenciando.
Se lo han preguntado de otra forma: ¿Será el Antonio Costa español? El líder socialista portugués ha perdido las elecciones y en el primer minuto del partido postelectoral ha aclarado que no va a fomentar un frente de todos para desplazar al ganador, el centro derecha. En España no tiene precedentes una situación de acuerdo político entre partidos perdedores para desbancar al ganador en el Congreso de los Diputados. El votante tal vez merecería saber si esa opción se barajaría o sería abiertamente descartada, tal vez incluso esa aclaración fuera recibida con más credibilidad que aquella de no pactar nunca con populistas.
El aviso a Sánchez ha venido desde dentro de su propio partido y en latín. El líder socialista valenciano ha utilizado las expresiones carpe diem (aprovecha el momento) y tempus fugit (el tiempo se escapa) para contestar si el liderazgo de Sánchez corre peligro en caso de que no pueda ser presidente del gobierno en el mes de enero. Más determinante es la traducción de lo que dijo en latín Ximo Puig que lo que dijo en español: "Todo es revisable en la vida".
Pero puestos a poner avisos en la balanza, más calado tiene aún el que Susana Díaz le ha dado hace unos días al secretario general socialista al confirmar su apoyo al gobierno para garantizar el orden constitucional.