Política

Podemos, en 'su' callejón del gato: el espejo deformante de Syriza golpea de nuevo

Iglesias, en su primera rueda de prensa tras el verano. Imagen: EFE

Lunes. Tras un mes de ausencia por unas prolongadas vacaciones, recién llegado de su refugio anacorético, Pablo Iglesias ha vuelto a enfilar el atril. Y, aunque un poco ronco, lo ha hecho con ganas. La rueda de prensa posterior al Consejo de Coordinación de Podemos marcaba el inicio del curso político de la formación morada y las primeras brisas veraniegas llamaron a comparecencia a un otoño caliente que ya se sube los cuellos de la gabardina.

El 'menú del día', ante la gran expectación generada -o más bien acumulada- consistió en una relativamente larga intervención del líder, como acostumbra, salpimentada de negaciones de posibles, augurados y cocinados pactos con el PSOE con destino Moncloa, salidas "a ganar, aunque el partido esté difícil" y dimes y diretes varios sobre la primera parte de la parte contratante de la confluencia y los "procesos descentralizados de diálogo". Que ya se irá viendo cómo se hace, vamos.

En los postres, turno para las preguntas y para el invitado sorpresa que siempre se toma el café y el chupito en la terraza podemita. O, más que el convidado inesperado, el inevitable. Tres de cada cuatro cuestiones de los periodistas giraron en torno a Alexis Tsipras.

Y a Iglesias no le quedó más remedio que hablar de la postura "oficial" de Podemos ante el quilombo syrizano. Una vez más, Valle Inclán acudía presto a la llamada para meter a Podemos en 'su' callejón del gato particular y deformar hasta el esperpento ese espejo, mitad cóncavo, mitad convexo, en el que se ha convertido el binomio Pablo-Alexis, para mayor gloria de la ortodoxia bipartita.

Sin atisbos de duda -obvio que te esperas la pregunta- Iglesias rebautizó al "león" Tsipras y elogió su "valentía" para volver a reclamar el apoyo popular tras un (enésimo) rescate ignominioso fruto de un órdago a la grande con tres pitos y un cuatro.

A algunos se les olvida recordar, ya sea en variante testicular o en juicio de cobardía, que a Tsipras, con el partido en rebelde en cuarto y mitad, no le ha quedado más remedio que llamar a las urnas porque las matemáticas acostumbran a ser crueles y su gobierno no superaría una moción de confianza. Que no tenía suficientes diputados, para entendernos. Debe ser que en España no se asimila nada sin épica o claudicación humillante. Ni tan siquiera el cálculo frío de adelantarse a los efectos de los nuevos recortes (que se notarán y mucho en unos meses) y pillar a la nueva oposición interna sin tiempo para ponerse ni el nombre. Ahora más que tirarse un farol, Tsipras parece ir con las cartas marcadas.

Temblores de piernas

Lo que parece estar claro es que cuando a Syriza le duele una pierna, Podemos tiene una migraña. Con el 'descuelgue' de un tercio de diputados díscolos, contrarios al rescate y partidarios de salir del euro, la coalición griega ya tiene su corriente de Unidad Popular, cristalizada, en caliente y con el fantasma de Varoufakis acechando en las cuatro esquinas de la cama presidencial. Como es 'lógico', a miles de kilómetros de distancia todas las miradas se posaron sobre los considerados críticos de Podemos.

Y las reacciones no se hicieron esperar. Hace unos días, a la secretaria general de la formación morada en Andalucía, Teresa Rodríguez, le dio por opinar en público sobre los "temblores de piernas" de Alexis Tsipras ante la troika después de recibir el "mandato de su pueblo". Declaraciones que después no tuvo más remedio que matizar. Una de las mayores defensoras de la confluencia y de la generación de espacios de empoderamiento desde las bases, abierta crítica de algunas de las decisiones de Iglesias, metía el dedo en la llaga griega.

Este mismo lunes Iglesias recogía el guante, con mayor o menor retranca, según sensibilidades. "Me tiemblan las piernas cuando tengo que comparecer en ruedas de prensa", decía el secretario general de los podemitas, para acabar sentenciando: "A los valientes les tiemblan las piernas".

No somos Grecia

Mientras Tsipras y los suyos siguen (involuntariamente se entiende) haciéndole la campaña a Rajoy y a Sánchez, desde Podemos se esfuerzan en reforzar la idea de que Podemos no es Syriza, que no se partirá en dos y que no cundirá el ejemplo griego.

El secretario general de Podemos Aragón, Pablo Echenique, otra de las caras más buscadas cuando hay que hablar de 'disidencia' en Podemos, afirmaba este sábado que "el paralelismo entre España y Grecia, y Podemos y Syriza es interesado". Además, añadía que "hay un apoyo claro de Podemos a Syriza, y viceversa", dejando claro que en su partido están de acuerdo con las políticas de Alexis Tsipras, algo que Iglesias y Errejón se han encargado de recalcar en los últimos días.

Guste o no, la partida política del Sur de Europa -con el atracón electoral que queda por delante- se juega muchas veces a miles de kilómetros de tu propio parlamento. Para eso sí que hay libre circulación. La respuesta, como siempre, está en las urnas. O en Bruselas. O en Berlín, más bien.

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