
Creo conocer un poco a Xavier García Albiol. No hablo del conocimiento de quien ha seguido de cerca su trayectoria personal o el desarrollo de su carrera política, en ese sentido se lo que pueda saber cualquier periodista que esté en la pomada. ¿Un pacto PPC-Ciudadanos-PSC?
Le conozco de los platós de televisión y de compartir horas de debate en algunos programas en los que los vientos me soplaban en contra. Pero aunque a él allí se lo pusieran a huevo, García Albiol no es un membrillo que necesite apoyos adicionales de actores complacientes.
Se vale por sí mismo. Es rápido, directo y locuaz. Cuando habla se le entiende, no se enreda y siempre transmite la sensación de que se cree lo que dice. Además el físico le acompaña. No lo digo porque guarde parecido alguno con George Clooney, ni con ningún otro Adonis de la pantalla que, no es el caso, me refiero a la contundencia física de sus dos metros de altura y al vozarrón que le proporciona una caja torácica correspondiente a esas dimensiones.
Esos factores y su vocalización bien trabajada le dan a su discurso una proyección rotunda. Son ventajas que sabe aprovechar cuando actúa en los medios o en público, ventajas que junto a uno de los discursos más duros que puedan escucharse en su formación le convierten en un auténtico Panzer político.
No hablo solo desde las impresiones recogidas en la brega de los debates. Este género televisivo te pone en la tesitura de compartir muchos tiempos muertos con quienes has mantenido discusiones ocasionalmente muy tensas cuando no acaloradas. Compartes espera, descansos y, a veces el taxi de vuelta. Tales circunstancias te permiten la charla en otro registro y aproximarse a los personajes que desfilan por allí con algo de relajo.
En uno de esos viajes de vuelta a horas intempestivas, García Albiol se esforzó en convencerme de que su actitud con el colectivo rumano no era xenófoba como siempre se le atribuía. Que en Badalona, explicaba, había un tremendo problema de orden público y que él nunca metió a los delincuentes y a los inocentes en el mismo saco.
Me pareció sincero y me pareció también que había logrado convencerle de que, aunque no tuviera intenciones xenófobas, la dureza de su discurso provocaba un riesgo inasumible de despertar actitudes racistas en la gente más vulnerable.
Una apuesta atrevida
Este tipo, cuya geometría apenas encajaba en la de aquel taxi, es el político que Mariano Rajoy ha designado para encabezar la candidatura del Partido Popular en las elecciones catalanas del 27S. Una apuesta atrevida por el ala más radical del PP en Cataluña, en la que reina el actual ministro del Interior. Sin embargo, y, a diferencia del discurso simplón de Jorge Fernandez Diaz, García Albiol tiene pegada, y su toque populista es la baza con la que intentaran recuperar un electorado que las encuestas situaban en atonía casi terminal.
Al e alcalde de Badalona no le costará pues superar las expectativas electorales de su antecesora, Alicia Sanchez Camacho, quemada por el caso de la Camarga y el abandono de Génova. Es obvio que la jugada no carece de contraindicaciones. La recuperación de ese nicho del electorado aleja del centro político al PP no solo en Cataluña sino en cierta medida en el resto del estado.
Ello con todo el riesgo que comporta para esa formación en los prolegómenos de unas elecciones generales. Sin darle un buen bocado al solomillo del centro es difícil mandar en este país, y Ciudadanos amenaza con ponerse morado en ese festín. Tal vez por ello el primer derechazo del candidato popular se lo ha dirigido a Albert Rivera por "abandonar Cataluña", sin que de momento parezca haber abierto ceja alguna. El otro efecto adverso podría manifestarse a partir del 28 de septiembre, tras el recuento de los votos. Si los resultados permiten alguna política de pactos en la banda contraria al frente soberanista, un perfil extremo como el de García Albiol no parece a priori el más adecuado para propiciar acuerdo alguno. Los panzers eran tanques temibles pero pesados y con poca capacidad de maniobra. Jorge Javier Vázquez: "En las distancias cortas, Albiol no es tan ogro como parece"