
"He aquí el tinglado de la antigua farsa, la que alivió en posadas aldeanas el cansancio de los trajinantes, la que embobó en las plazas de humildes lugares a los simples villanos". Estas palabras con las que comienza Jacinto Benavente sus Intereses Creados, pueden servir hoy para iniciar la crónica de esos otros intereses creados de Artur Mas, que han derivado en la farsa de una convocatoria de elecciones autonómicas travestidas de plebiscitarias y con el esperpéntico estrambote del suspense, ayer, sobre el momento del anuncio.
Todo muy en la línea mesiánica de este personaje, que para tapar el estrepitoso fracaso de su gestión al frente de la Generalitat se transforma en un Polichinela revivido para tratar de embobar a los que todavía cree simples villanos en humildes plazas, con la trasnochada farsa de las tres mentiras. Porque la tragicomedia de Artur Mas y sus cooperadores necesarios se fundamenta sobre una mentira histórica, una calumnia económica y una falsedad institucional.
Mentira histórica sobre el origen, al ocultar que Cataluña nunca ha sido independiente y que el levantamiento contra Felipe V cuyo final conmemora la Diada no fue una guerra entre catalanes y españoles, ni tuvo intención secesionista, sino un enfrentamiento entre españoles por el apoyo mayoritario en Aragón al aspirante austracista a la Corona de España.
Calumnia económica que se resume en esa falacia de "España nos roba", cuando ha sido el Gobierno español el que ha salvado a Cataluña de la quiebra, con, entre otros, el mecanismo de pago a proveedores y el Fondo de Liquidez Autonómico, prestando a interés cero a una Generalitat que no puede acudir a a financiarse a los mercados.
Y falsedad institucional porque si Cataluña sale de España sale de la UE y del euro, se queda también sin el paraguas del Estado y en precario sin la protección del BCE. Diga lo que diga, Mas está solo, aislado. Ningún jefe de Estado o de Gobierno europeo ha querido recibirle porque no quieren peligrosos precedentes, ni tampoco ninguna autoridad comunitaria. A buen entendedor.