Política

Ara sí toca: el 'plebiscito' catalán, una molesta escala antes de las generales

Artur Mas, convocante de unas elecciones complejas. Imagen: EFE

No salimos de una, para meternos en otra. Parece que fue ayer cuando el barco electoral español zarpaba de aguas andaluzas y se adentraba en el mar de todas las elecciones. Ahora, a mitad de camino y todavía lamentando algún chaparrón residual después de las esperadas tormentas en 13 archipiélagos y miles de islotes, la tierra firme de las generales marca ya el rumbo viento en popa a toda vela. Pero, con los cuatro capitanes centrados en pelear el timón central, parece que la tripulación se haya olvidado de la existencia una escala inevitable. Un incómodo puerto situado en el medio de la marejada.

Al renovado 'cuerpo' político español le han salido los brazos y las piernas, tiene caja torácica y algún que otro diente afilado, pero antes de la definitiva formación del cerebro monclovita queda la difícil tarea de enfrentarse al génesis del corazón catalán. El 27S. Ese invitado que dice que no quiere apuntarse, pero al que el anfitrión tiene pánico. Por aquello de aguar la fiesta si la bebida acaba calentándole la boca.

Cuando Artur Mas convocó su particular plebiscito ni las amenazas veladas acerca de un sutil adelanto de las elecciones generales parecían creíbles. El órdago electoral del president fue tan inevitable que nadie está seguro de si era un farol, una jugada ganadora, o el principio del fin de su carrera política. "Si no gano me voy", ha dicho este semana el propio Mas. Pero ya se sabe que en política se puede perder ganando. Ya no hay portadas en Madrid, ni prime time, ni preocupación demoscópica. Es como si alguien hubiera pulsado el pause del 'proceso' catalán. Pero ya es hora de volver a meter a los perros en danza. La nit de Sant Joan ha marcado el inicio de un nuevo verano fatal, pero también ha cambiado el semáforo a verde en la carrera por la Generalitat. Y este es el panorama que se presenta por delante.

De tanto usarlo: crónica de una ruptura anunciada

Se les rompió el amor. 37 años de tiras y aflojas, de amenazas de liarse la manta a la cabeza, de escenitas de matrimonio en la trastienda del poder. Pero hasta en la derecha nacionalista catalana hay diferencias políticas insalvables. Desde hace meses, sobre todo tras las fricciones por la consulta del 9N, la tensión era insoportable. La semana pasada, demanda definitiva de divorcio. Los tres consejeros de Unió abandonaban el Govern y Josep Antoni Durán i Lleida anunciaba que se presentará por separado a las elecciones catalanas. También el Congreso era escenario de una ruptura bastante esperada, manteniendo el grupo parlamentario pero con dos portavoces. Todo ello después de que Convergència pactara su particular 'hoja de ruta' con ERC ninguneando a UDC.

El pasado viernes, Josep Rull, coordinador general de CDC, daba la sensación de respirar aliviado tras comunicar oficialmente el punto de no retorno. Una realidad que el día anterior la dirección de UDC había intentado dilatar, y que de hecho se resistía a aceptar hasta el último momento, pero que la evidencia de los hechos dejaba inexorablemente al descubierto. Artur Mas hablaba de "separación por un tema muy de fondo" -la apuesta de CDC por el sí a la independencia que UDC no comparte-, una situación que requería "tomar decisiones", pero que todos deseaban que fuera "amistosa". Todo un culebrón con final trágico. Según todas las voces entendidas, Mas y CDC salen reforzados. Ahora el camino parece despejado para la formación de la 'lista del president'.

En busca de la unidad popular: el miedo a ser engullido

Desde el histórico 24 de mayo, momento en el que en la retina de los catalanes quedó grabada a fuego la imagen de Ada Colau con el brazo en alto y lágrimas en los ojos, los integrantes del flamante nacionalismo de izquierdas o de la nueva izquierda catalana con algo de esquizofrenia en este punto, están convencidos de que sí que se puede. Pero, como sucedió con la Barcelona en Comú de la primera alcaldesa de la Ciudad Condal, solo se puede juntos. Y el camino hacia la confluencia parece estar salpicado de las habituales sombras de fagotización podemita sobre los nuevos movimientos políticos que reivindican la horizontalidad como dogma.

Para mayor presión, una encuesta de El Periódico publicada este miércoles, ha acabado por encender todas las alarmas en la urgencia por la confluencia. Si hasta la fecha CiU y ERC mantenían una reñida disputa por la victoria, la batalla por la medalla de oro se trasladaría ahora a dos candidaturas hoy inexistentes pero que podrían fructificar en las próximas semanas: la lista transversal que propugna el president Artur Mas y la candidatura unitaria que, a imagen y semejanza de la exitosa Barcelona en Comú, persiguen ICV-EUiA, Podem y Procés Constituent.

Sin embargo, algunos integrantes del movimiento que lidera Teresa Forcades ya han alertado de los peligros potenciales que implica aliarse con el Podem de Gemma Urbasart, debido a la denunciada tendencia a parecerse a un partido tradicional, por llamarlo de alguna manera y, sobre todo, por aquello de ser apéndice de una formación con base en Madrid. Además, claro está, de cierta indefinición en lo que a la independencia de Cataluña se refiere.

Por la otra banda, ICV-EUiA sigue reivindicándose machaconamente como la 'auténtica izquierda' y las CUP de David Fernández, con mayor experiencia y peso parlamentario que las nuevas formaciones, parecen ir a su bola reivindicando un soslayado 'a mí me vas a decir cómo se hacen las cosas'. De hecho, algunos sectores de Procés Constituent, abogan por buscar la confluencia con las CUP y alejarse de la izquierda tradicional y de Podemos.

La 'Operación Arrimadas'

Con Albert Rivera centrado ya oficialmente en su carrera a la Moncloa, Ciudadanos ha iniciado su particular campaña para sentar definitivamente a la 'delfina' Inés Arrimadas el trono del españolismo catalán. Cara conocida en Cataluña, por su papel como portavoz parlamentaria, Arrimadas busca ahora ocupar el puesto de un líder casi omnipresente, con el permiso del ínclito Jordi Cañas, caído en desgracia tras sus cuitas con Hacienda. La posibilidad de que Rivera concurriese como líder en ambos comicios suponía varios problemas para la formación. Primero una incompatibilidad de tiempos, ya que si se presentase en Cataluña sólo tendría dos meses para preparar la campaña de las generales.

Arrimadas, cada vez más presente en la vida mediática, ya ha dado un paso al frente y ha comentado que es "muy consciente de la importancia de estas elecciones. En los momentos importantes hay que dar un paso al frente. Es una oportunidad magnífica para cambiar el Gobierno de Cataluña". Los precandidatos, tanto a la Presidencia de la Generalitat como a las generales, podrán presentar sus avales desde este lunes hasta el 2 de julio, y las votaciones se realizarán de forma telemática el 4 y 5 de julio, pero ya parece claro que el partido naranja tendrá nueva lideresa en Cataluña.

ERC, de gallito a muleta

En 2014, con el impulso independentista marcando el paso, Oriol Junqueras y su Esquerra Republicana parecían destinados a recoger el testigo de un desgastado Artur Mas para liderar el 'Procés' hacia el sueño de una Cataluña caminando en solitario. Sin embargo, el líder de los republicanos ha sido víctima de eso que en análisis político se conviene en llamar 'el abrazo del oso'. Dio todo su apoyo al president en sus planes electorales con la intención de 'robarle' el mayor número de votantes a los conservadores presentándose como el auténtico partido nacionalista. Las reticencias de Unió harían el resto. Sin embargo, el divorcio de los democristianos ha pillado a ERC con el pie cambiado.

La citada y reciente encuesta de El Periódico, realizada por el Gabinet d'Estudis Socials i Opinió Pública (GESOP), otorga a los republicanos entre 19 y 20 diputados, muy por debajo de sus expectativas, empatados con Ciudadanos en la tercera posición. Siempre y cuando, claro está, Podem, ICV-EUiA y Procés Constituent acudan en una candidatura conjunta. Aunque con los tres por separado, ERC seguirá siendo segunda con una desventaja de unos 10 puntos con respecto a la lista de Artur Mas, lo que le convertiría en una muleta que tampoco podría sellar la victoria del secesionismo sin contar con otros actores.

PP y PSC, partidos residuales

Como es de esperar, Cataluña es una altra cosa. Allí naufragan los dos partidos tradicionales, que en Madrid parecen recuperarse punto a punto de los zarpazos de la crisis. Carme Chacón acude al rescate de un PSC muy desgastado, al que las encuestas le dan 10-11 diputados, y que acaba de rechazar una candidatura conjunta con los democristianos de Unió.

Por su parte, el 'dúmper' de Ciudadanos arrolla al PP de Alicia Sánchez Camacho, cada vez más cuestionada en su puesto tras el batacazo de las municipales. Andrea Levy, la gran esperanza blanca de los populares catalanes ha sido nombrada vicesecretaria del partido en Génova, marcando quizás la vía de salida a Camacho. En territorio hostil, las encuestas más halagüeñas dan al PP entre siete y ocho diputados.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky