
Puesta de escena a la americana, con una enorme bandera de España a las espaldas y protagonismo de su mujer incluido, y rodeado de toda la plana socialista de ayer y hoy. Así fue la proclamación oficial de Pedro Sánchez como candidato socialista a la Moncloa.
A falta de rivales con avales suficientes, y tras el resultado de las elecciones del 24M, que ha permitido al partido ganar poder autonómico y municipal, los barones socialistas cierran filas en torno a Sánchez, que ayer se presentó ante un auditorio de 2.000 personas en el Comité Federal del PSOE que rectificó el inicio de la carrera de Sánchez a la Moncloa y, de facto, el pistoletazo de salida de la precampaña electoral.
"Vamos a liderar el cambio" y "lideraremos un buen gobierno desde la moderación", dijo Sánchez en su mitin, donde reivindicó el valor de la Transición, la herencia recibida por sus antecesores en el partido, desde Felipe González hasta Rubalcaba, pasando por Almunia y Zapatero e hizo gala de patriotismo. "Ser patriota es querer que la historia de tu país discurra por la senda de la prosperidad y de la libertad de sus ciudadanos", reclamó. En esa misma línea, Sánchez presumió de centralidad, un mensaje que el socialista se enfuerza en apuntalar para esquivar el de la radicalización que promueve el PP tras los pactos de los socialistas como Podemos.
Paro y corrupción
El madrileño centró su proyecto como candidato a la presidencia del Gobierno en erradicar el paro y la corrupción. Esto último ocupó el mensaje más rotundo del discurso. Se proclamó un político "limpio" y aseguró que no le temblará el pulso al combatir una "lacra" que va a perseguir y castigar. "Necesitamos desterrar de la vida pública el insulto, la descalificación y el miedo", subrayó.
Aunque los focos iluminaban a Sánchez, muchas miradas se dirigían de reojo a la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, que quiso cerrar el debate sobre las dudas de su apoyo a Sánchez, del que dijo que es "totalmente" su candidato.