Manuela Carmena no parece casarse con nadie. A juzgar por las declaraciones en exclusiva hechas el diario francés Le Figaro, la juez y regidora de Madrid considera más moderno su pensamiento que el de los concejales que le acompañan. Y sin pelos en la lengua, sostiene que el programa de Ahora Madrid no es una Biblia para ella, "sino una lista de sugerencias". La mano derecha de Carmena aclara que no intervendrán en los desahucios.
Manuela Carmena ha concedido una de sus primeras entrevistas como alcadesa de Madrid al vespertino galo Le Figaro, a quien le ha abierto las puertas de su casa, y desde donde ha reconocido que, a propósito de las "bromas antisemitas y de los tuits violentos" de dos de sus ediles, es hostil al humor negro, y "no es Charlie", en alusión al semanario, al que no le ve la gracia.
Carmena remarca su no adhesión, a pie juntillas, al programa elaborado en un proceso participativo por Ahora Madrid. "Desde el comienzo -subraya- insisto en el hecho de que este programa no es una Biblia para mí, sino una lista de sugerencias".
Presentada con frecuencia como una alcaldesa indignada, toma igualmente distancias y se aleja de los debates asamblearios. "Son interminables -dice de los mismos-. Discuten de la tesis, la antítesis y la síntesis... Digamos que son reuniones que sirven para homogeneizar las posiciones. Pero, en absoluto. Eso genera mal ambiente y divisiones", manifiesta.
"El activismo, demasiado clásico y tradicional"
Durante la campaña -apostilla Le Figaro-, Carmena ha calificado de "muy tradicionales" a los activistas que le han acompañado en su candidatura. No en vano, la magistrada se considera "mucho más renovadora que ellos", y añade: "He descubierto en el activismo una actitud muy clásica, rígida y digna de partidos muy antiguos".
Pasada la jornada electoral, instalada en el antiguo Palacio de Comunicaciones, hoy sede del Consistorio de Madrid, Carmena analiza las causas de su victoria, que en su opinión se sustentan en es "una señora mayor, una juez retirada, soy simpática y me gusta pensar mucho las cosas, cuestionarlas...". Y todo eso "coincide con un momento en el que la ciudadanía está hasta el moño, cansada de discursos mentirosos y autoritarios".
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