
No hubo ministros en el concierto de Feijóo. Ni tampoco altas instituciones del Estado. "¿Estará perdiendo atractivo o es que nadie quiere mojarse con lo que está lloviendo en el PP?", se preguntaba uno de los empresarios asistentes.
Posiblemente las dos cosas a la vez. Porque el presidente de la Xunta de Galicia, al que sí arropaba una pléyade de secretarios de Estado, defraudó ayer en su reencuentro con el auditorio de Madrid. Una hora y media de recital para reeditar a sus mayores de Moncloa en la versión periférica de los cánticos a la honradez del Partido Popular y fustigar hasta en el carnet de identidad a los "fariseos" de Podemos y al partido de Albert Rivera.
"Curiosa manera de hacer amigos", apuntaba un dirigente popular recordando que el 25-M van a tener que llamar a la puerta de Ciudadanos si quieren conservar gran parte del poder autonómico y local que tienen.
¿Y de Rato, qué? Me preguntará el lector con perspicacia. Pues de Rato nada, o casi. Porque el aspirante -o eso dicen- al trono de Rajoy se limitó a repetir el mantra oficial de que la justicia es igual para todos, que Rodrigo ya no es del PP y a poner el ventilador hacia Andalucía y el PSOE. Eso sí, las insistentes preguntas sobre el exvicepresidente económico sirvieron para demostrar que el presidente de la Xunta tiene un problema de memoria, no se lee los periódicos o, simplemente, no siempre dice la verdad.
Porque negar, como negó y con rotundidad que Luis Bárcenas fuera persona del entorno de Rajoy sólo puede interpretarse, y siendo bienpensante, como una variación intencionada de la canción del olvido. Que todos en el PP, en la oposición, en la opinión pública y en los juzgados saben que los Bárcenas, como la ex ministra Ana Mato, eran unos los asiduos a las cenas de matrimonios del círculo de amigos del jefe del Ejecutivo. Y también en la mente de todos resuenan todavía ese "Luis, sé fuerte" y demás sms del presidente a su extesorero.
Y entendemos, señor Núñez Feijóo, que usted, como dijo ayer, esté en política para ser "útil a Rajoy", pero su concepto de la utilidad no parece coincidir con el que exigen el respeto a las formas democráticas y la transparencia.
Cuando todos los implicados del PP en presuntos casos de corrupción, desde Bárcenas a Rato, han estado vinculados con el Presidente, es obligado en democracia que este se explique ante la ciudadanía y desde el Parlamento. Como dice el refranero, la mujer del César no sólo debe ser honesta, sino parecerlo, y ustedes, señor Feijóo, ya pudieron comprobar tras la nefasta gestión del 11-M que si hay algo que los españoles no perdonan es el engaño y el silencio.