Política

La detención de Rato, o cómo capturar a un monstruo engendrado en la burbuja

Rato saliendo del registro de su despacho en la calle Castelló. Imagen: EFE

EN DIRECTO: todas las reacciones al caso Rato. ¿Por qué en el Gobierno del Partido Popular de Mariano Rajoy se ha detenido al exministro de Economía y Hacienda, Rodrigo Rato? ¿Ajuste de cuentas monclovita?, ¿campaña para abanderar la lucha contra la corrupción?, ¿caiga quien caiga? ¿Quién se beneficia de esta detención? ¿Por qué no se hizo lo mismo con Jordi Pujol? Concentración frente a Génova 13 para reclamar el fin de "la mafia"

La detención de Rodrigo Rato, un personaje que lo ha sido todo en una larga etapa de la política española y que a punto estuvo de aspirar con fundamento a la presidencia del Gobierno, se acogió a la amnistía fiscal de 2012 y a raíz de ello ha sido investigado por presuntos delitos de alzamiento de bienes -ligado a las fianzas que se le exigen en el 'caso Bankia'-, blanqueo de capitales y fraude fiscal, resume a la perfección la decadencia de un modelo de funcionamiento del sistema democrático que debe ser profundamente revisado y que requiere un renacimiento basado en la refundación de los principales valores cívicos y morales.

Rodrigo Rato, un brillante político de acaudalada familia que fue muy influyente durante el régimen anterior -su padre, Ramón Rato, fue banquero, cofundador de Radio Nacional y propietario de Cadena Rato-, llegó al gobierno con Aznar y fue ministro de Economía y Hacienda en la primera legislatura y vicepresidente económico en la segunda, por lo que se le considera con razón el artífice del proyecto económico de la derecha española tras la dilatada etapa de Felipe González.

Asimismo, cuando Aznar designó a su sucesor, a las puertas de su retirada para cumplir la promesa de permanecer tan solo dos legislaturas en el poder, Rato compitió con Rajoy y con Jaime Mayor Oreja, y las crónicas cuentan que Aznar optó por el gallego una vez contrastado el escaso entusiasmo que demostraba Rato por aquella alta, delicada y sin embargo embarazosa misión.

De cualquier modo, Rato, aupado por los grandes partidos españoles, consiguió convertirse en 2004 en director gerente del Fondo Monetario Internacional, cargo del que dimitió frívolamente en 2007 -por razones personales-. El inconsistente argumento que esgrimió para abandonar aquella institución en la que obviamente representaba a su país resultó totalmente inaceptable y ya dio idea de su personalidad voluble e inconstante, incapaz de cumplir una tarea de Estado como la que le había sido encomendada.

El resto de la historia es más próxima y conocida: a su regreso a España, las grandes entidades de crédito del país se rifaban al exvicepresidente del Gobierno. Éste trabajó en la banca de inversión Lazard, de la que pasó a Caja Madrid, con el encargo de sanear la institución, muy dañada por la crisis. Su desastrosa gestión, que provocó su relevo por el Gobierno, se saldó con la imputación de Rato por diversos delitos societarios con ocasión de la salida a bolsa de Bankia, así como por administración desleal y otros delitos económicos por las tarjetas Black. También está siendo investigada la relación entre Lazard y Caja Madrid tras la llegada de Rato a ésta, así como el cobro de cantidades multimillonarias por Rato de aquella entidad.

Una noticia asombrosa

La decadencia del personaje ha concluido de momento con la noticia asombrosa comentada al principio: sin el menor pudor, Rato aprovechó la regularización fiscal para repatriar algún capital de procedencia poco clara, lo que ha provocado la investigación de su patrimonio y le ha acarreado la grave acusación mencionada.

El propio Partido Popular, a través de un portavoz, ha salido a la palestra a manifestar que no es concebible que un funcionario público ejerza su tarea en este país mientras mantiene dinero en paraísos fiscales -hay un cierto paralelismo entre este caso y el 'caso Pujol', también el padre de Jordi Pujol fue banquero-, y resulta oprobioso en los dos que hayamos acabado sabiendo que, mientras uno y otro nos aleccionaban con la mención de los grandes valores y nos vigilaban para asegurarse de que cumplíamos con nuestras obligaciones fiscales y de otras clases, ellos mantenían cuantiosas fortunas en el extranjero, fuera del alcance del fisco español, en lo que constituía, evidentemente, una flagrante contravención de la legalidad.

La amnistía de Montoro

Es cierto que a este gobierno no le está temblando el pulso al exigir la debida rendición de cuentas a todos por igual, incluido el patriarca Rato, mentor de algunos de los actuales ministros como el propio Cristóbal Montoro.

También lo es que la amnistía fiscal de 2012 no ha sido la única de nuestra democracia. Pero es claro que la decadencia que queda reflejada paradigmáticamente en los últimos trazos biográficos de Rodrigo Rato es la que ha generado la irritación social que hoy se hace patente y que está provocando un gran vuelco en el sistema de representación, en el que los partidos tradicionales deberán medirse con formaciones nuevas, que nacen precisamente a causa del abandono ético de las antiguas.

El caso de Rato, muy extremo, no representa la pauta general, pero es en todo caso evidente que en el clima de lenidad, manga ancha y falta de rigor ético que aquí se ha prodigado en los años de la gran burbuja se han engendrado monstruos que ahora hay que capturar y sacar de la circulación. Las próximas elecciones, que darán lugar a nuevos equilibrios, deben producirse sobre este convencimiento.

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