
El exministro de Defensa José Bono recurrió al cantante Julio Iglesias, dadas sus "buenas relaciones" con la Casa Blanca, para que mediara con el Gobierno de Estados Unidos en la mejora de las relaciones con el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero. Y el resultado fue "un milagro laico, de Iglesias".
Así lo cuenta el que también fuera presidente del Congreso en su libro 'Diario de un ministro. De la tragedia del 11-M al desafío independentista catalán', que presentó el pasado martes en Madrid ante la prensa, y en el que relata sus años al frente del Departamento de Defensa, entre 2004 y 2006.
Después de meses de tensiones, principalmente por la retirada de las tropas españolas de Irak, en abril de 2015, se entera de las buenas relaciones de Iglesias con la Casa Blanca y le llama. "Como buen patriota, te ruego que ayudes a España en sus relaciones con los norteamericanos".
En concreto, según explica en su libro, le pide que traslade a sus amigos el "sincero deseo" del Gobierno español de que las relaciones bilaterales mejoren. Bono tenía previstoviajar a Estados Unidos oficialmente y no quería que su visita se malograra por "recelos o prejuicios".
"Soy español y siento mi país como tú", le respondió el cantante, que habló con el exsecretario de Estado Henry Kissinger y con el diseñador Óscar de la Renta, su vecino, y a su vez "buen amigo de la familia Bush". Según le dijo el propio Iglesias, Kissinger contactó con el entonces secretario de Estado de Defensa, Donald Rumsfeld, y le solicitó "el mejor trato posible" a las propuestas del ministro español.
Según cuenta Bono, Rumsfled explicó a Kissinger que estaba "muy disgustado" por las ventas de barcos de España a Venezuela, pero aseguró que mostraría "de manera muy clara" su intención de mejorar el trato con España.
"Con unas copas de más"
En el origen de la tirantez en las relaciones bilaterales también estaba la decisión de Rodríguez Zapatero de no levantarse ante la bandera de Estados Unidos en el desfile del 12 de octubre en 2003. Esta fue la justificación además para que el entonces embajador norteamericano en España, George Argyros, no acudiera al desfile en el año 2004.
Así lo señaló Argyros en una "nota" pocos días después, que causó enfado en el presidente Rodríguez Zapatero. Bono habló con el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, quien le explicó que había comido con el Rey y con el embajador, que se había comprometido a hacer una "declaración amable desmintiendo lo dicho". "Pero debo decirte que el embajador llevaba unas copas de más", apuntó Moratinos.
Bono citó a Argyros y solicitó un informe que desveló que realmente no asistió al desfile porque "estaba de caza en una finca de Juan Abelló". El embajador le dijo que había sido "un desliz verbal" que le animó a disculpar porque estaba "aprendiendo este oficio de embajadores". "Me pasa como a Zapatero, que no pensaba ganar las elecciones y ahora está aprendiendo un oficio que no esperaba ejercer", añadió Argyuros.