Jantí-Mansiysk (Rusia), 27 jul (EFE).- Tonos más suaves y cordiales, aunque para reiterar que los intereses de Rusia siguen invariables, marcaron hoy la primera cumbre de Dmitri Medvédev con la Unión Europea (UE), que pretende abrir una nueva etapa en la cooperación estratégica bilateral.
En la conferencia de prensa final, el nuevo líder ruso; el presidente de turno de la UE, el esloveno Janez Jansa; el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y el jefe de la diplomacia europea, Javier Solana, anunciaron oficialmente el comienzo de la negociación de un nuevo acuerdo marco Rusia-UE.
Todos coincidieron en calificar el anuncio como principal resultado de esta XXXI Cumbre.
A juicio de Janza, se trata de un "nuevo comienzo" en el que la UE ha puesto muchas "espectativas", mientras que para Solana "comienza una nueva página", marcada por el sucesor de Vladimir Putin.
Por su parte, Barroso garantizó que la Comisión hará "todo lo que pueda" para acelerar la aprobación del acuerdo.
Medvedev, entre tanto, destacó que el futuro documento deberá ser "instrumento de acercamiento", basado en el "pragmatismo" y "el enfoque común de la seguridad europea" que, según declaró Medvédev en la conferencia de prensa final, "deberá sentar las bases de la colaboración estratégica".
Las conversaciones que comenzarán el 4 de julio en Bruselas incluirán aspectos como cooperación política, integración económica, relaciones energéticas, libertad, seguridad, justicia e inmigración.
Es especialmente importante el marco que se adopte para las relaciones energéticas, ya que la UE recibe el 16 por ciento del petróleo y el 20 por ciento del gas que consume de Rusia que, a su vez, destina a la Europa comunitaria el 53 por ciento de sus exportaciones de petróleo y el 62 por ciento de las de gas.
En cuanto al papel que haya ejercido el cambio en el Kremlin sobre este nuevo aliento en las relaciones bilaterales, fue el propio presidente ruso quien lo rechazó de la manera más tajante.
"Hemos tenido, tenemos y tendremos unas relaciones muy buenas, igual de constructivas y exitosas que en el período anterior", dijo Medvédev, confirmando una vez más su fidelidad a Vladímir Putin, quien le promovió como sucesor.
Según insistió, "lo principal es lo que estamos haciendo, sin personalizarlo".
Medvédev confirmó así la opinión del jefe de la diplomacia europea, Javier Solana, quien había expresado sus dudas antes de la Cumbre de que pueda haber "cambios fundamentales en un gran país como Rusia, con sus intereses nacionales".
"Pero sí un comportamiento distinto", admitió, y eso es precisamente lo que demostró hoy Medvédev.
Incluso en "conflictos congelados", como Kosovo (Serbia) o Abjasia (Georgia) que hasta ahora solo fomentaban resquicias, esta vez las partes optaron por constatar la "total coincidencia de enfoques" respecto a los conflictos congelados, como el no empleo de la fuerza y la búsqueda de soluciones "exclusivamente políticas".
Siempre sonriente y amable, Medvédev también consiguió evitar matices agresivos al reiterar la repulsa al despliegue del escudo antimisiles de Estados Unidos en Europa y el predominio de Norteamérica en la seguridad europea en general.
"Europa es nuestra casa común. Somos los Estados dueños de esta casa y tenemos que tener presente nuestra responsabilidad por mantenerla, sin confiárselo al vecino o inquilino más rico", dijo.
Medvédev volvió a insistir en su idea de la necesidad de un nuevo pacto y estructuras de seguridad europea.
Tras constatar que ni la OSCE, surgida de la guerra fría, ni menos la OTAN pueden garantizarla, destacó que la seguridad europea "es indivisible" y "no puede repartirse entre bloques ni grupos".
"Atañe a todo el continente y es asunto de todos" y debe basarse en "principios comunes", dijo, y volvió a exhortar a celebrar un foro de los países de Europa más Estados Unidos y Canadá.
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