
El desafío soberanista de Artur Mas al Estado es uno de los principales problemas que ha de abordar el Gobierno de Rajoy, y que con la marcha de Rubalcaba se torna más complicado, máxime cuando éste último se había brindado como puente de diálogo entre Mas y Rajoy. Convergentes y populares temen ahora que se pierda el trabajo político.
El Gobierno, el PP y algunos sectores de IU -recoge este viernes el diario El País- asisten inquietos a la marcha del todavía líder del Partido Socialista, quien se había convertido en el interlocutor directo con Mas y también con Rajoy.
Rubalcaba ha apostado desde un principio por la reforma constitucional, una posición que ha hecho llegar en múltiples ocasiones a Mariano Rajoy, si bien no lo ha logrado porque el presidente está convencido de que eso no saciará el ansia soberanista de Artur Mas, obstinado en celebrar su consulta.
Las conversaciones, señala el diario El País, estaban muy avanzadas. Rubalcaba ha hablado en varias ocasiones con Duran i Lleida. Hoy mismo estarán juntos en el mismo foro, ambos proclives a la tercera vía.
El aliado natural
Hoy, destaca el rotativo de Prisa, el PP ve ahora a Rubalcaba a un aliado natural, cuando antes le atribuían todas las maniobras estratégicas para evitar que este partido alcanzara el Gobierno. Pero el asunto de Cataluña ha cambiado las relaciones. En Génova hay temor porque el próximo líder del PSOE gire a la izquierda radical para neutralizar a IU y Podemos, aunque en realidad, ninguno de los posibles sucesores parecen estar en esa línea. La reforma constitucional está asumida por todos y cada uno de ellos.
En estos momentos, el miedo se centra en que la marcha de Rubalcaba haga perder la relación fluida entre el Gobierno y CIU, se pierda el trabajo político de relaciones y pactos y haya que construir uno nuevo.