Política

Análisis| Ley del aborto: ¿Esconde el extraño 'volantazo' de Gallardón el miedo a la aparición de un partido de extrema derecha?

Alberto Ruiz-Gallardón en el Congreso. EFE

¿Cambio de estrategia? Es francamente difícil de entender la estrategia política que hay detrás del nuevo cambio en la regulación del aborto promovida por Ruiz-Gallardón. La misma, aunque consigue cumplir un compromiso con parte de su electorado de base, al mismo tiempo le produce un desgaste personal importante y pone al PP en el disparadero de muchas de las críticas, incluidas las de un sector relevante de votantes populares y las de buena parte de nuestros aliados europeos que se mueven en el 'centro del campo', justo el territorio bajo amenaza por Rosa Díez y Albert Rivera.

De hecho, los argumentos que se han dado no son creíbles: no lo es que la reforma esté en el programa electoral porque los incumplimientos han sido ya tantos que uno más no produciría mayor rechazo. Y quizás siquiera parece sincero el escrúpulo moral porque el rechazo al aborto por éste motivo sólo se explica si es radical e integral, no si se queda a medio camino y se reduce a la despenalización de algunos supuestos que ahora se recupera con restricciones. Rebelión contra la Ley del aborto de Gallardón: Andalucía podría recurrir

Por lo tanto, y en términos de estrategia política, no parece realista considerar aisladamente en el análisis esta ley, sino que debiera ser considerada parte de un paquete de leyes construidas para recabar el sufragio conservador, en el que están también la ley Wert (en su parte doctrinal, con concesiones a la Iglesia y supresión de la educación para la ciudadanía) y las leyes de Seguridad Ciudadana y de Seguridad Privada, además de las otras reformas de Gallardón.

Lo que hace realmente extravagante el movimiento es que Gallardón en otras cuestiones (el matrimonio homosexual, por ejemplo) pasa por ser incluso progresista y, precisamente por esto, confiere un matiz meramente de pose a la reforma, con el objetivo de amarrar a los sectores 'más a la derecha' de la clientela popular pero, y sobre todo, deja atisbar un miedo atávico del PP que se creía conjurado: impedir una ruptura ?el surgimiento de una formación de extrema derecha, como en Francia? y mantener un bloque monolítico en ese hemisferio de la derecha.

En efecto, las encuestas no le dan bien al partido gubernamental, que ya el próximo año tendrá que confrontar su popularidad en las urnas por primera vez desde las generales de 2011. En este ecuador de legislatura, habría perdido hace tiempo la mayoría absoluta, tanto en el conjunto del Estado cuanto en algunas comunidades autónomas como Madrid o Valencia.

A nadie le puede extrañar sin embargo este descenso, dada la política de gran austeridad que el Gobierno ha tenido que implementar y los graves desequilibrios que todavía sufre este país a la salida de la segunda recesión: el insoportable desempleo en primer lugar. Sin embargo, nada está escrito todavía y, como parece evidente, el saldo que computará al término de la legislatura, a finales de 2015, será el que realmente pueda exhibir entonces el ejecutivo. Y de que hayamos enderezado o no el rumbo socioeconómico dependerá la suerte o el infortunio del Partido Popular.

Sin embargo, y mientras tanto, como los números no engañan, Gallardón ha salido presto a reparar un punto de fuga que podría deteriorar aún más el escenario del PP: la aparición de un nuevo rival a la derecha. Así, la matemática saldría de cerrar filas para evitar la aparición de nuevos grupos situados a la derecha, al mismo tiempo que dejan el ciclo económico 'correr' a su favor y en campaña electoral jugar a recuperar el centro amparados en la recuperación del país.

Con todo, hacen bien en no olvidar al centro político y liberal porque al final será ahí donde se jugarán las próximas elecciones. Por lo tanto, el PP ha de tener cuidado con estos 'volantazos': no sólo muchos electores moderados pueden sentirse tentados a explorar otras opciones más audaces, como UPyD y C's, sino que buena parte de los desencantados con la izquierda regresará a sus orígenes. Es tan fácil advertir estas tendencias que resulta difícil de entender -insisto- este giro de Gallardón.

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