
Ana Botella ha llegado a la alcaldía de Madrid, como es notorio, por una vía indirecta: en las elecciones del 22 de mayo de 2011, cuando ya era una verdad a voces que el Partido Popular ganaría las elecciones generales y que Gallardón abandonaría la alcaldía para ir al Gobierno, Ana Botella fue mantenida en el segundo lugar de la lista (ya lo estuvo en 2007), lo que la convertía de hecho en la futura alcaldesa. Fue necesario hacerlo así porque el propio PP dudaba de sus dotes de arrastre y era muy arriesgado dejarla al frente de la lista electoral pese a los vientos favorables en aquella ocasión.
Celebradas las elecciones del 20 de noviembre de 2011 y dimitido Gallardón de la alcaldía para pasar a desempeñar la cartera de Justicia, Botella alcanzó, pues, su deseo. Y su desempeño no ha sido precisamente brillante, aunque haya que ponderar con especial ecuanimidad su trayectoria dado el duro escrutinio a que se la somete por el hecho de ser la esposa del expresidente Aznar, tan odiado y tan amado por unos y por otros.
De cualquier modo, su papel ha sido zigzagueante en el 'caso Palma Arena', cometió el grave error de no cancelar un viaje de placer a Portugal al poco de suceder la tragedia- y ha tenido serias dificultades para gestionar la catástrofe y endosar las responsabilidades objetivas que se derivaron de aquel caso. El sentir general es que no ha dado la talla en este asunto.
Botella heredó la candidatura de los Juegos Olímpicos, una obstinación de su predecesor, como ha heredado también la inefable deuda de más de 8.000 millones de euros que acumula el ayuntamiento madrileño, en gran medida producida por la faraónica obra de la M-30.
Si Madrid hubiera conseguido el objetivo de los Juegos, la alcaldesa se hubiera asido al éxito para mantenerse en el cargo, pero la derrota ha subrayado el escaso acierto de su intervención ante el COI y probablemente ha supuesto el principio de su final político.
El Partido Popular, muy dañado por las políticas impopulares contra la crisis, no se atreverá seguramente a mantenerla como cabeza de cartel en la difícil plaza de la alcaldía capitalina.