
Abundan los diagnósticos que aseguran que los partidos políticos han perdido el sentido de la realidad y la conexión con los ciudadanos, de forma que es preciso abrirlos plenamente a la sociedad para que ésta no les dé definitivamente la espalda. El profesor de la Carlos III José Antonio Gómez Yáñez, en un resonante artículo y en varias entrevistas en prensa y el televisión, ha explicado con claridad qué cambios deberían efectuarse en la Ley de Partidos y en el ordenamiento general para que se produjera la necesaria reconciliación. La historia reciente del Partido Democrático italiano explica bastante bien lo que debería hacerse también aquí. Óscar López quiere salvar a Rubalcaba: "Conocía la generalidad de la moción [de Ponferrada], no los pormenores"
Pues bien: el divorcio entre la realidad social y la que perciben las organizaciones políticas acaba de hacerse patente en el 'caso Ponferrada', cuyos hechos son los siguientes: como es sabido, el PSOE pactó con una formación encabezada por Ismael Álvarez, un acosador sexual condenado por ello, una moción de censura para gobernar la localidad, pacto que recibió el impulso del número tres del PSOE federal.
El escándalo fue creciendo de tono en los quince días que duraron los prolegómenos de la moción, que el viernes salía adelante y entronizaba en la alcaldía al socialista Samuel Folgueral. El mismo viernes, Rubalcaba caía en la cuenta de lo indecente de la maniobra y ordenaba la dimisión de Folgueral o su salida del PSOE. Folgueral y otros siete concejales socialistas han abandonado el partido.
Si se preguntara a la opinión pública su opinión sobre el caso, la inmensa mayoría de los votantes socialistas exigiría una inmediata depuración de responsabilidades políticas a los dirigentes del PSOE por haber consentido que se desarrollara este proceso indecente, que ha sido abortado tarde y mal, de forma que no ha sido posible evitar el grave descrédito de la organización política ni el sonrojo de sus militantes y simpatizantes. Sin embargo, hoy se ha celebrado una reunión de la ejecutiva en la que se ha rechazado, sin más explicaciones, la dimisión de Óscar López, muñidor de la operación y hasta hace poco máximo responsable del PSOE en Castilla-León. Nadie ha asumido en fin responsabilidades por tan gravísimo error.
Gabilondo titula hoy su blog "El PSOE, a la deriva". Más bien habría que pensar que se ha abismado en un pozo desde cuyo fondo ya no conecta con la naturaleza de las cosas, con la irritación social que todo lo invade, con un país aquejado de patologías extremas en el que las instituciones no dan respuesta a los problemas.
Se podrá discutir si es pertinente que el PSOE siga en manos de los mismos equipos que lo llevaron a la ruina en las pasadas elecciones, en las que sufrió el mayor revolcón de su historia democrática; lo que no puede negarse es que quienes lo pilotan están mostrando una incapacidad inconcebible, que es la causante de que el desgaste del partido que gobierna el estado no beneficie en lo más mínimo al principal partido de la oposición. Así no puede continuar, no sólo porque compromete su futuro sino porque la ruina del bastidor bipartidista de este país produciría con gran facilidad el colapso del régimen.