
El problema catalán, en cierta medida artificioso y en todo caso consecuencia de la explotación nacionalista del hecho diferencial para ocultar la crisis bajo el ropaje del memorial de agravios, tiene sin embargo una indudable entidad, que no debe negarse si se quiere encontrar una solución.
El conflicto generado por una cuota de solidaridad probablemente excesiva que afecta a las comunidades ricas es, en definitiva, real, y su causa puede resumirse en los defectos estructurales del Estado de las Autonomías, un sistema de organización territorial improvisado y obtenido por simple decantación de las previsiones contenidas en el Título VIII de la Constitución.
De hecho, la familiaridad del estado autonómico con el estado federal es innegable, si bien las diferencias existentes hacen que nuestro sistema adolezca de todos los defectos del federalismo sin disfrutar de casi ninguna de sus ventajas.
Conscientes de esta disfunción, los socialistas catalanes actuales han propuesto intuitivamente una solución federal, el llamado salto federal desde el estado autonómico, teorizado por varios intelectuales del Estado, Jordi Sevilla entre otros, que llevaría aparejada la consiguiente reforma constitucional.
El PP no quiere oír hablar de reforma de la Constitución -asegura que las circunstancias derivadas de la crisis no son adecuadas para buscar consensos-, y tampoco ha hecho fortuna el término 'federalismo', esta vez simétrico, que el PSC ha lanzado para buscar una posición sostenible en el hervidero catalán. Pero lo cierto es que los dos grandes partidos estudian sigilosamente una reforma constitucional del Senado que lo convertiría en cámara de representación territorial, propia de los estados federales.
El 22 de febrero pasado, todos los grupos del Senado aprobaban por unanimidad la creación de una ponencia que, antes del verano de 2013, habrá de emitir un informe sobre una reforma que refuerce su función territorial y lo convierta en cámara de primera lectura para las iniciativas de contenido autonómico y de financiación local.
La idea fue lanzada por el PSOE a través de una interpelación, y una ambiciosa enmienda del PP, que generó el unánime consenso, extendía aquella primera lectura "a las iniciativas legislativas de contenido autonómico, especialmente, que afecten al funcionamiento del modelo del estado autonómico y, en particular a los estatutos de autonomía, las referentes a las financiación autonómica, cesión de tributos, así como las leyes marcos, de trasferencia y delegación y de armonización, previstas en el artículo 150 de la Constitución".
También hacía extensiva la primacía del Senado en las cuestiones "relativas a la organización y financiación de las entidades locales", una llamativa novedad con respecto a la moción del PSOE. El texto popular reclamaba además "una mayor intervención del Senado" en las proposiciones de ley originadas en esta cámara, de relevante incidencia autonómica y local, así como en las que procedan de las asambleas de las comunidades.
La idea de la reforma del Senado ha asomado recurrentemente en todas las legislaturas. Y si es genuina, debería incluir un sistema de elección indirecta de los senadores por las cámaras autonómicas, como en Alemania, donde en el Bundesrat se sientan los miembros de los gobiernos regionales, a menudo encabezados por el primer ministro.
Pero la médula del modelo consiste en que las grandes leyes relativas a la organización territorial, e incluso las relacionadas con la financiación autonómica y los servicios públicos transferidos, pasan a ser debatidas y aprobadas por al Cámara Alta. Lo que concede a las CCAA una participación relevante y directa en la capacidad decisoria de la soberanía nacional que aplacaría muchas tensiones centrífugas.
E incluso podría resolver directamente el problema catalán al desactivar las principales reclamaciones infundadas de los nacionalistas. No es necesario llamar federalismo al germen ideológico de esta reforma, pero lo que está estudiándose en el Senado, si cuaja, tendrá una apariencia muy parecida a la del Estado federal alemán, por poner un ejemplo cercano.