
El día "D" ya tiene fecha. El 25 de noviembre. Las elecciones autonómicas en Cataluña o, mejor dicho, los resultados que en ellas obtenga un socialismo catalán en descomposición y buscando en el federalismo un referente identitario que le separe de CiU y del PP, van a ser determinantes para decidir el futuro del PSOE y de la figura de su secretario general.
Un Alfredo Pérez Rubalcaba ampliamente contestado internamente, impotente para recuperar los votos desencantados de la nefasta etapa de Zapatero, y que empieza a asumir que no será la cabeza de cartel que dé la réplica al PP -a Rajoy le está empezando a mover Aznar la silla- en la generales venideras.
Y, aunque el problema fundamental del PSOE no es de nombres, que también, sino de estrategia y de mensaje, lo cierto es que la debacle sufrida por los socialistas en Galicia y el País Vasco ha servido para que los derrotados y los apartados tras el congreso de Sevilla empiecen a tomar posiciones y a sentar sus reales, para como el visir Iznogud, el inmortal personaje de cómic de los no menos inmortales René Goscinny y Jean Tabary, llegar a ser califa en lugar del califa.
Juego de barones
Y a ello están jugando barones como José Antonio Griñán, Tomás Gómez o Carme Chacón, ésta última con el apoyo de José María Barreda. Todo un coro de perdedores que buscan ahora su particular "venganza" personal, bajo la aparente y poco creíble bandera de una regeneración que ellos no están en condiciones de representar.
Griñán, aunque en público lo niega con la boca pequeña, ha movilizado al todopoderoso Partido Socialista de Andalucía que, recordemos, es la federación mayoritaria en el PSOE. Y, entre declaraciones de lealtad a Rubalcaba, siempre deja caer el mensaje de que él nunca sabe lo que va a hacer hasta que llega el momento y que las circunstancias lo condicionarán absolutamente todo.
El perdedor andaluz
Claro que en Ferraz son conscientes de los movimientos en Sevilla y ya han empezado a recordar que desde que Griñán es secretario general del PSA, los socialistas han perdido todas las elecciones en Andalucía, y que si gobierna es por sus concesiones a Izquierda Unida, incluida la vista gorda a los desmanes del esperpéntico Sánchez Gordillo.
Un perdedor, comentan, los fieles a Pérez Rubalcaba. Adjetivo que también aplican, y con fundamento, al secretario general de los socialistas madrileños. Otro que se la tiene guardada a Rubalcaba desde que éste apoyó a su oponente Trinidad Jiménez en las primarias de Madrid.
Pero, claro, quien ahora denosta a Rubalcaba por los fracasos de Euskadi y de Galicia tampoco puede ofrecer un palmares más exitoso. Salvo en su pueblo de Parla, que ha dejado en una situación económica próxima a la ruina, Gómez ha perdido siempre por goleada contra Esperanza Aguirre, y su único triunfo electoral ha sido precisamente contra Rodríguez Zapatero y la propia dirección federal de su partido. Brillante.
Y perdedora es también Carme Chacón, la gran derrotada frente a Rubalcaba, que no pudo mantener los resultados del PSC en las generales y autonómicas, y que ahora se envuelve en la bandera española para recuperar el terreno perdido. Pero Chacón huele mucho a Zapatero, que es el tufo que hoy aleja a muchos votantes socialistas, y al jugar Griñán a candidato se queda sin el apoyo del socialismo andaluz, lo que la deja fuera de juego, por mucho que se empeñe su amigo Barreda.
Barreda pide primarias
Un expresidente de Castilla-La Mancha, este Barreda, de cuya gestión todavía están sacando trampas de los cajones los rectores actuales, y que ahora se descuelga pidiendo que se celebren elecciones primarias en el partido "cuanto antes".
Una petición que responde más a intereses personalistas que de partido, sobre todo si se recuerda que salvo su escaño en el Congreso, como diputado de a pie, ha perdido toda su influencia y su poder en el partido, tras su relevo al frente de los socialistas castellano-manchegos por Emiliano García Page.
Y, ojo a este nombre. Emiliano García Page, alcalde de Toledo, que repitió como primer regidor de la capital del Tajo en las municipales de 2011, en plena debacle socialista y arrebatando votos al PP. Un "animal político", en palabras de quienes le conocen, que ha sido consejero, vicepresidente y portavoz de la Junta de Castilla-La Mancha, y que muchos consideran el delfín de José Bono.
Y éste es un dato a tener muy en cuenta, siempre que el propio Bono no decida volver a la batalla y ganar la guerra, como el Cid, después de muerto. Porque, como decíamos al principio, el problema fundamental que debe afrontar ahora el primer partido de la oposición es el del cambio de mensaje, el giro ideológico y la búsqueda de nuevas estrategias. Y en este punto, altos responsables de la oposición mayoritaria apuntan a que el debate identitario hoy -al PSOE se lo ha marcado Artur Mas- , está en la disyuntiva entre el españolismo y el federalismo, entendiendo este último como una postura equidistante entre el Partido Popular y los devaneos soberanistas de CiU y el PNV.
Y es aquí donde cobra enteros la figura de Pepe Bono. En Ferraz dan por descontado la partición en dos del PSC, tras el portazo de Ernest Maragall. Recordemos que el actual Partido Socialista de Cataluña nació de la integración de socialistas con disidentes de Convergencia que son quienes ahora volverían a sus orígenes de la mano del hermano del expresidente de la Generalitat.
La ambigüedad se paga en las urnas
Y también son conscientes en Ferraz, no todos y de ahí el debate que se abre, de que la ambigüedad actual de Rubalcaba y del PSOE sobre las derivas independentistas en Cataluña y el País Vasco le están generando una sangría de votos y de simpatizantes en el resto de España que, sólo puede parar Bono, si juega, o su delfín de Toledo bajo la sombra del expresidente del Congreso e, incluso, de un Felipe González, del que muchos no descartan un próximo pronunciamiento, como referencia que es del socialismo español, y también del catalán, donde siempre tuvo y sigue teniendo un gran predicamento.
Un Bono que no ha tenido reparos en alinearse con José María Aznar en defensa de la unidad de España y que ha pedido a Rajoy y a Rubalcaba que "estén juntos para defender la Constitución", porque "mucho más importante que ganar las elecciones es mantener la integridad del Estado español". Y Bono cuando habla siempre tiene una intención.
Y hasta aquí los frentes abiertos y sus cabecillas. Ahora queda por ver cuál será el campo de juego. Y si nos atenemos al reglamento, que en esto el PSOE siempre ha sido muy respetuoso, los pasos a seguir serán la apertura de un debate interno que lleve al Comité Federal, que es el órgano supremo, a convocar un Congreso Extraordinario bajo el pretexto de definir la nueva identidad ideológica y la estrategia electoral, similar al que propició Felipe González para forzar la renuncia del marxismo. Bajo ese pretexto, el Congreso elegiría una nueva Ejecutiva y un nuevo secretario general. En el que Bono podría jugar sus bazas en beneficio propio o de su tapado García Page. Un mecanismo complejo que, salvo cataclismo catalán, no se llevará a cabo antes del próximo verano.