Política

Las sombras del triunfo nacionalista en Euskadi: ni porcentaje histórico ni una EH Bildu invencible

Iñigo Urkullu (PNV) abraza a Laura Mintegi (EH Bildu). Foto: Archivo

Éxito pero no récord histórico, victoria pero no la mayor representación soberanista en el Parlamento vasco. Las formaciones nacionalistas triunfaron el 21-O en los comicios autonómicos de Euskadi, aunque este resultado tiene peros que lo ensombrecen.

El PNV de Iñigo Urkullu cosechó 383.565 votos (un 34,64% de los sufragios) mientras que 276.989 personas se decantaron por Laura Mintegi y su Euskal Herria Bildu (un 25%). En total, 660.554 individuos optaron por partidos nacionalistas, un 59,64% del total y casi 27 puntos más que el agregado que consiguieron el PSE-EE, el PP y UPyD. La abstención, en cualquier caso, fue del 34,17% de las 1.775.336 personas incluidas en el censo electoral del País Vasco.

Estas cifras voltean el equilibrio existente en la Cámara autonómica desde 2009, fecha en la que los constitucionalistas se impusieron por primera vez a sus rivales políticos.

En concreto, la suma de socialistas, populares, UPyD y Ezker Batua (aunque la marca de IU en esta autonomía tiene un marcado carácter nacionalista) alcanzó el 50,45% de los electores, por el 48,29% de PNV, Eusko Alkartasuna y Aralar. La llegada de Patxi López a Lakua ponía fin a 29 años jetzales: por primera vez había un lehendakari no nacionalista.

Los porcentajes de los comicios de 2012, cercanos al 60%, ponen fin al declive que el nacionalismo vivió en esta comunidad autónoma entre 1994 y 2009, pero aún quedan lejos de los que esta opción política llegó a tener en la década de los 80 y en los primeros años 90. El auge de los no nacionalistas coincidió, precisamente, con la época de las ilegalizaciones.

Como muestra un botón: frente a los 48 escaños (de los 75 totales) que el bloque de PNV y EH Bildu tendrá esta legislatura, en 1986, la suma de PNV, EA, Herri Batasuna y Euskadiko Ezkerra se alzó con un 67,6% del electorado, al sumar 776.706 sufragios y 52 actas.

Segunda fuerza política

Tras los triunfos de Bildu y Amaiur (aunque en las generales el voto se suele radicalizar más) la izquierda abertzale radical se coloca como segunda fuerza política vasca por octava vez y, con 21 escaños, se adjudica su mayor representación en el hemiciclo.

El precedente más cercano al de EH Bildu (la antigua Batasuna, EA, Aralar y Alternatiba) se remonta a 1998, en plena tregua de ETA, cuando Euskal Herritarrok logró 224.001 votos y 14 escaños, mientras que EA se hizo con 108.635 sufragios y seis parlamentarios. En total, los componentes del partido de Mintegi (sin contar a Aralar ni a Alternatiba, que entonces no existían) sumaron 20 escaños, así como 55.647 votos más que el domingo pasado.

En 2012, la cita con las urnas estaba influenciada por el fin de la violencia etarra, la crisis socialista (con un voto menos fiel que el del PP) y, sobre todo, por el debate secesionista catalán y la desafección ciudadana.

Ganar aún perdiendo

Sin embargo, los independentistas comienzan a mostrar el desgaste de la gestión tanto en Guipúzcoa como en su capital, San Sebastián. Así, en la provincia se dejan 15.000 votos en sólo un año y sólo vencen al PNV por 500.

Peores noticias llegan para la izquierda abertzale desde Donostia, ciudad en la que pasó a ser la tercera fuerza tras perder 3.242 papeletas desde que el báculo municipal pasara a manos de Juan Karlos Izagirre en 2011.

Aún peor, EH Bildu sólo alcanzó el cuarto puesto en Irún, Eibar e incluso en Ermua. Azpeitia, Getaria, Oiartzun, Pasaia y Zarautz, entre otras, también han sufrido retrocesos, en parte aventados por el polémico sistema de recogida de basuras de Bildu.

La sangría también afectó al partido de Sabin Etxea: así, los peneuvistas perdieron 12.000 votos en Vizcaya y casi 6.000 en Álava con respecto a 2009. Premio nacionalista, sí, pero con matices.

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