
"Deslealtad". Esa es la razón que esgrime la presidenta de Navarra, Yolanda Barcina, para dar por finiquitado el pacto de gobierno que UPN suscribió con el PSN hace menos de un año. La gota que colmó el vaso fue que Roberto Jiménez, vicepresidente primero y secretario general de los socialistas navarros, responsabilizara a la líder regionalista del "agujero" de más de 132 millones en las finanzas de la comunidad foral. Barcina intentó convencer a los socialistas de seguir con el pacto pese a la destitución de Jiménez, pero los socialistas dijeron "no". Así, sus dos consejeras, Elena Torres y Anai Astiz, han dejado las carteras.
UPN queda tras la crisis de gobierno en una situación de clara debilidad, al carecer de la mayoría necesaria, 26 actas en el Parlamento autonómico. En concreto, los conservadores tienen 19 de los 50 parlamentarios; por nueve del PSN, ocho de de la izquierda abertzale de Bildu, siete de Nafarroa Bai, cuatro del PP y tres de Izquierda-Ezkerra.
Barcina, por tanto, debe decidir entre varias opciones. En primer lugar, la actual presidenta podría disolver la cámara y convocar elecciones anticipadas. Sin embargo, ni a regionalistas ni a socialistas les interesa esta opción, ya que los recortes que han acometido podría hacer mella en su electorado, máxime en una autonomía en la que se ha disparado la tasa del paro.
Por otro lado, podría intentar agotar la legislatura en minoría, enfrentándose al peligro de que el resto de grupos (menos el PP) se pusieran de acuerdo para desarrollar una oposición coordinada. Esta opción, en cualquier caso, dependería de la actitud que tomara el PSN en el Parlamento, así como de los votos del PP navarro.
En este contexto, la ruta que elija el socialismo navarro resulta clave. Jiménez y los suyos podrían sustentar a sus rivales desde la oposición, como ya hicieron en el pasado, o, incluso, reformular el pacto sin el propio Jiménez.
La cohabitación de ambos partidos en el gabinete no ha sido fácil, lo que podría retraer a los ya ex socios. En apenas doce meses, las desavenencias han sido varias, como cuando en septiembre de 2011 UPN y PP alcanzaron un acuerdo para concurrir en coalición a las generales.
¿Bildu y una moción?
A priori, la opción más clara del PSN es luchar por acaudillar la oposición en busca de un cambio político, que bloquearía la acción política de Barcina. Tanto un voto coordinado de los partidos de la oposición como el impulso de una moción de censura asestarían un duro golpe a Barcina.
La coalición progresista, hipotéticamente compuesta por PSN-NaBai-Bildu-I-E, podría resultar un caramelo envenenado para los socialistas, que tendrían que pactar con Bildu. Además, y pese a que Nafarroa Bai vería con buenos ojos el apaño, la izquierda abertzale ya ha mostrado su poca disposición. "La única opción real y efectiva es la convocatoria de elecciones anticipadas ya", sentencia Maiorga Ramírez, su portavoz parlamentario, al ser preguntado por si descarta una posible moción de censura.
La panoplia de oportunidades se despliega ante el socialismo navarro, que esta vez sí cuenta con el apoyo de Ferraz. "Lo que hagas, bien hecho está", profetizó el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, a Jiménez. El juego de UPN pasará ahora por saber moverse en el alambre.