
El ex ministro de Admistraciones Públicas afirma en su artículo dominical que Espaañ tiene muchas cosas que arreglar. Primero una negociación centralizada y no un meandro de reuniones, segundo, una comisión con asuntos fundamentales, no generalidades.
La crisis se ha llevado por delante casi cuatro años de esfuerzo en términos de riqueza, dice el ex ministro de Zapatero en las páginas sepia de El Mundo.
En defensa de un pacto de Estado
"El hecho de que las reformas necesarias afecten a varias instituciones y requieran desplegarse en la misma dirección durante bastante tiempo es, lo que hace aconsejable un Pacto de Estado como la forma de abordarlas con éxito, sobre todo, tras constatar que el no haberlo hecho así en los últimos años los mantiene como asuntos sin resolver que ponen plomo en las alas de nuestras capacidades como país".
Lo que hay que corregir
Advierte Sevilla que como "método, hace falta una negociación centralizada en lugar de un meandro de reuniones... En segundo lugar, los puntos propuestos por la Gran Comisión Gubernamental de Negociación eluden precisamente los asuntos fundamentales. No se pueden plantear generalidades o tácticas dilatorias".
"Quienes reclaman un Pacto de Estado -sostiene el ex ministro- como la forma más eficaz de resolver los problemas fundamentales de la España de hoy, lo hacemos convencidos de que los acuerdos que necesitamos para superar nuestras serias dificultades como país no pueden hacerse desde una lógica excluyente como la de los partidos".
La importancia de llegar a tiempo
Para Sevilla, el país que hemos construido exige gobernar desde la cooperación insititucional. "Lo que ahora está en duda -destaca-, dado la grave y excepcional situación, es si seremos capaces de recuperarnos en plazo al nivel suficiente como para devolver los préstamos exteriores o pagar las pensiones a medio plazo. Y aunque de momento no sea un problema de solvencia, sí lo es de credibilidad".
"No estamos en momento de regate en corto -defiende-. Sin hacer nada efectivo volveremos poco a poco a recuperar actividad conforme tire la economía internacional y, con suerte, sólo tardaremos una década en volver a situarnos por debajo de la media europea en casi todo, pero cerca de la misma. ¿Son esas todas nuestras aspiraciones?, se pregunta.