
Zapatero quiere tener una silla permanente en el G20 y no una silla coyuntural como ocurrió en la última reunión celebrada en EEUU bajo la presidencia de George Bush.
Dice El País, este sábado, que ese es uno de los principales objetivos de la política exterior de José Luis Rodríguez Zapatero en las próximas semanas.
Desde sus páginas afirma que el jefe del Gobierno español está convencido de que su presencia en el foro de líderes mundiales, reunidos en otoño pasada en EE UU para debatir la reforma del sistema financiero internacional, no quedará como una excepción pasajera.
Inglaterra y Alemania, claves
An la anterior cita, Nicolas Sarkozy fue el mayor valedor de Zapatero a quien cedió uno de los dos sitios que le correspondían -como presidente de turno de la UE y como socio del G-7-. Pero ahora son el primer ministro británico, Gordon Brown, y la canciller alemana, Angela Merkel, los que pueden abrirle la puerta.
"El primero será el anfitrión de la reunión del G-20, prevista para el 2 de abril en Londres, pero la segunda se ha comprometido a reunir, a primeros de marzo en Berlín, a los líderes europeos del G-20 para consensuar una posición común", dice El País.
Compromisos sin cerrar
Aunque Brown no quiso comprometerse cuando fue preguntado al respecto, en la cumbre europea de diciembre pasado en Bruselas, (se limitó a decir que "las preocupaciones de España serán tenidas en cuenta seriamente"), Moncloa recuerda que el premier británico -a quien se espera de visita oficial en Madrid antes del verano- fue el primero en defender públicamente la presencia de Zapatero en Washington.
Estar sin pedir ingreso en el G20
La contradicción estriba -apostilla el diario de PRISA- en que España quiere estar en las reuniones del G-20 sin pedir el ingreso en dicho club, consciente de las dificultades que entraña cualquier cambio en su composición, y por eso prefiere hablar del G-W -es decir, del Grupo de Washington-, dando por sentado que los países invitados a la reunión del 15 de noviembre lo serán también el 2 de abril. "Entrar costó mucho, pero una vez dentro es muy difícil que te echen", alegan fuentes diplomáticas.
Habrá que convencer, en todo caso, a los demás socios europeos que, el 19 y 20 de marzo en Bruselas, deberán decir quién les representa en Londres.