
Existen muchas maneras de visualizar el reto de mejora de la competitividad de un país. Desde mi punto de vista ésta es un compendio de la capacidad de generación de riqueza y la profundidad de la cohesión social. No pueden ir disociados, ni presentarse como antagónicos. De nada nos sirve generar riqueza si no se produce una adecuada distribución de las rentas en la sociedad, pero tampoco seremos capaces de generar un territorio competitivo si nos centramos exclusivamente en el desarrollo de medidas de naturaleza social.
No es verdad que un país que destina un mayor porcentaje de su presupuesto al gasto social, sea un país que trabaja mejor en pos de la cohesión social y de una sociedad más igualitaria. Si nos atenemos a los índices de desigualdad en la distribución de la renta en Europa comprobaremos que los países que lideran el ranking de menor dispersión de la renta son los que mayor PIB por habitante generan.
Tenemos que hacer frente a la creciente desigualdad que se da en las sociedades. Es dramático que el 46% de la renta mundial esté en manos de un 1% de la población. Tenemos que centrarnos en lograr que la desigualdad en la distribución de la renta entre los habitantes del Territorio sea la menor posible. Si miramos los resultados obtenidos en los últimos años podríamos comprobar con satisfacción que Euskadi se situaría en segundo lugar a nivel europeo, solamente superado por Suecia, en una demostración clara que los procesos de generación de riqueza y las políticas sociales han confluido en una buena dirección.
Es evidente que no nos podemos sentir satisfechos con la marcha actual de nuestro tejido económico, ni podemos consignar como aceptables nuestros índices de desempleo y marginación social, pero este nivel de cohesión nos permite afrontar con mayor nivel de optimismo el futuro.
Creo que debemos concienciar a todos los agentes socio-económicos y políticos de nuestro país en la necesidad de afrontar el reto de la mejora de competitividad trabajando conjuntamente en los dos parámetros de la ecuación. En muchas ocasiones los agentes involucrados abordan este proceso mirando exclusivamente un único prisma de la realidad, restando capacidad de actuación en el otro. Tenemos que realizar pedagogía social de este reto que se le plantea a la sociedad vasca.
Nuestro país debe apostar por la generación de riqueza como eje central de nuestra política social. Nuestra principal apuesta debe pasar por una industria cada vez más competitiva, generadora de productos y servicios de valor añadido, altamente internacionalizada, apoyada en un sistema eficiente de Ciencia y Tecnología, con modelos de negocio innovadores, con sistemas de participación de las personas en las empresas (primer elemento favorecedor de la distribución de las rentas), con una fuerte vinculación con el Territorio y un compromiso intergeneracional que confiera sostenibilidad a los proyectos empresariales.
Pero al mismo tiempo, debemos procurar mantener una sociedad fuertemente cohesionada con políticas sociales tendentes al fomento del empleo, la distribución equitativa de la renta, el mantenimiento de niveles adecuados de solidaridad con los desfavorecidos, el acceso en condiciones a la sanidad, la educación y la vivienda, etc. Es evidente que una sociedad competitiva se cimenta sobre las bases de la equidad y el bienestar social.
El reto que tenemos por delante es descomunal. Cada vez son mayores los niveles de competencia a nivel internacional, el mantenimiento/desarrollo de nuestro nivel de bienestar se complica, la necesidad de mejorar nuestro sistema educativo para adecuarlo a los nuevos escenarios exige mucha visión e inversión, impulsar la investigación y la innovación tiene un elevado coste.
Utilicemos las capacidades que nos brinda nuestro nivel de autogobierno y la contribución de todos los agentes del país en abanderar un proceso de mejora competitiva que redunde en seguir avanzado en la lucha contra la desigualdad de la distribución de la renta como objetivo central en nuestro Territorio.
Sabin Azua, socio director de B+I Strategy.