
Me gustaría que el lector se pusiese en la situación de contemplar la escena de numerosas películas americanas en las que se visualiza una ciudad pequeña del interior del país tras la marcha de la empresa más importante del pueblo: las pacas de hierbajos campando a sus anchas, la suciedad de las calles, los comercios cerrados, las casas medio abandonadas, la avanzada edad de los habitantes, la tristeza permanente de la escena, etc. Es la visión (exagerada por mi parte, lo confieso) de una economía basada en los servicios y sin actividad industrial.
Utilizo esta imagen como gancho para articular un alegato en favor de la necesidad de realizar una nueva apuesta por la industrialización avanzada de nuestro país. Además de nuestra fuerte tradición manufacturera, la capacidad de transformación en varios sectores, las competencias básicas que pueden generar competitividad futura, etc., existen una serie de razones que nos impulsan a desarrollar una nueva transformación económica dónde la manufactura avanzada juegue un papel relevante.
Las áreas más competitivas del mundo son aquellas que tienen una fuerte presencia de la industria de transformación avanzada en sus economías, ya que dicha industria es el principal motor de generación de riqueza.
Las empresas industriales generan de media (según un estudio elaborado por la HBS) entre 2 y 5 empleos en el resto de la economía, constituyen la parte más significativa del comercio mundial , (crítico para generar un superávit que ayude a financiar el coste de las importaciones), contribuyen a los incrementos de productividad del país con resultados beneficiosos para el resto de la economía, son el principal inversor en investigación aplicada e innovación, y son la fuente principal de desarrollo de servicios de valor añadido que ?normalmente- generan un más reducido número de empleos pero muy cualificados.
Hoy existe un clamor en la mayoría de los países avanzados en favor del desarrollo de la capacidad de transformación del tejido industrial, muy influenciado por la crisis financiera global. Algunos rasgos que lo certifican serían que aquellos países y regiones que están teniendo un mejor comportamiento en este escenario son aquellos que poseen una base de exportaciones de manufactura de alto valor añadido: como ejemplos podemos citar: el crecimiento de China tiene un fuerte componente centrado en manufactura para mercados exteriores, Estados Unidos lanza el programa 'Made in América' para intentar recuperar parte o todos los 5 Millones de empleos perdidos en la industria desde el año 2.002.
En mi opinión, estamos asistiendo a una nueva era para la industria de transformación industrial en Euskadi. Debemos desarrollar e implementar una estrategia integrada de actividad industrial, innovación, educación e investigación que tienda a crear una industria manufacturera de alto valor añadido, integradora de nuevas tecnologías y modelos de negocio, orientada a competir globalmente.
Partimos de una base importante de empresas industriales con una creciente competitividad internacional pero debemos incorporar capacidades de diseño, pasar de una industria de proceso a una industria con capacidad de aportar soluciones integradas y productos, intensificar el conocimiento de los clientes finales (no ser exclusivamente subcontratistas), incorporar tecnologías emergentes a la manufactura (bits, genoma, neuronas, clean), aumentar la cooperación, desarrollar tamaños mínimos eficientes para competir, etc.
Este es momento de hacer apuestas serias de cara al futuro. Nuestro país está obligado a incrementar la capacidad de competir globalmente con un apoyo en la manufactura avanzada de valor añadido. No me gustaría ver al hijo de Javier Bardem haciendo una ?remake? de No es País para Viejos en Euskadi. Ese paisaje no es el que debemos legar a las futuras generaciones.
Sabin Azua, socio-director de B+I Strategy.