Open innovation o el reto de generar innovación competitiva en España

Miguel Ángel López Trujillo

¿Saben que hay corporaciones españolas que financian start-ups? De siempre las grandes empresas han invertido en otras emergentes, pero recientemente se me han cruzado dos datos que indican nuevas tendencias. El primero, apuntado por EBAN - Asociación Europea de Business Angels, es que las coinversiones corporates-business angels han pasado de casi 0 en 2005 a cuadruplicarse de 16 en 2009 a 62 en 2011, con más del 80% de estas operaciones en EE.UU. ¿A qué se debe este súbito apetito de las corporaciones americanas por los proyectos emprendedores?

Mi interpretación es que estamos asistiendo a la popularización del Open Innovation, estrategia acuñada en 2003 por el profesor de Berkeley Henry Chesbrough que postula que ninguna empresa, por muy grande y poderosa que sea, tiene capacidad para desarrollar internamente toda la innovación necesaria para mantener su posición de liderazgo. Por tanto las corporates americanas están acudiendo a las start-ups para estar alerta y hacer negocio con las nuevas tecnologías que se desarrollan ahí fuera.

A efectos prácticos entra en escena un nuevo inversor al que, en plena crisis financiera, le sobra el dinero. Un dinero además con el potencial de convertirse en estructural para emprender, si de verdad la 'innovación abierta' viene para quedarse: que una gran empresa invierta en otra no dependerá ya tanto de los ciclos de mercado o negocio sino de la necesidad de localizar y transferir avances susceptibles de convertirse rápidamente en beneficios.

Esto, que es una oportunidad fantástica para financiar a grandes emprendedores, tiene también otra cara. Y aquí entra el segundo dato que me ha llamado la atención: están surgiendo en España empresas intermediarias, como 4Innovation por ejemplo, que abrazan el open innovation y buscan para grandes corporaciones nacionales tecnologías de fuera para explotarlas aquí. El santo grial es Israel, segundo país del mundo por la calidad de sus científicos y producción tecnológica según el Global Innovation Index (España es el 31), con la segunda industria del capital riesgo mundial y un 90% de inversores extranjeros en sus fondos. Otros países como Singapur gozan de condiciones parecidas y están también en la onda de los intermediarios.

Traerse para acá invenciones extranjeras es beneficioso para nuestra economía y competitividad. España está especializada en saber industrializar y comercializar adelantos creados por otros, lo que crea empleo e incrementa nuestra propia capacidad técnica. Pero el open innovation deja también en evidencia una carencia estructural de nuestros emprendedores y sistema público de innovación: la tremenda distancia que a menudo hay entre la tecnología que creamos y el mercado. Eso puede hacernos correr el riesgo de perder la oportunidad que supone que las corporates españolas inviertan parte de su capital en start-ups de aquí.

No es casualidad que Israel tenga 63 empresas en el Nasdaq y nosotros ninguna. Los israelíes, una nación de emigrantes acostumbrados a buscarse la vida, se especializaron 'accidentalmente' en I+D competitivo porque su ejército demandaba insistentemente ideas para repeler a los enemigos que les rodean. España, carente de motivaciones tan dramáticas, solo creó OTRIs en las universidades a principios de siglo y confundió fomentar el emprendimiento con inflar una burbuja inmobiliaria de incubadoras.

Tenemos en Cataluña, Madrid, País Vasco o Valencia potencial humano y científico para ser hubs tecnológicos internacionales, pero si queremos de verdad que nuestras grandes empresas 'hagan la compra' aquí con una calidad similar a como puedan hacerla en Israel lo prioritario es abrir un open dialogue con ellos para generar innovación que se venda.

Miguel Ángel López Trujillo
BA International Partners

matrujillo@bainternationalpartners.com

www.bainternationalpartners.com

 

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