"Reforma laboral: por encima de cualquier ideología"

James Wilson

La reforma laboral ha abierto un intenso debate con posturas basadas muchas veces en posicionamientos ideológicos preestablecidos. Creo que la búsqueda de un mercado laboral que sirva bien a la sociedad no resulta tan simple.

El funcionamiento del mercado de trabajo ha sido durante mucho tiempo fuente de problemas para la economía española. Por ejemplo, el Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial sitúa a España en la posición 119 en el ranking de eficiencia del mercado de trabajo, debido en parte al sistema de contratación y despido. A pesar de las protestas de los sindicatos, mi sensación es que existe un reconocimiento generalizado de que el mercado laboral español necesita ser más flexible. Hoy en día resulta demasiado difícil para las empresas, en particular para las pymes, adaptarse para competir, tanto cuando crecen como cuando se enfrentan a caídas de demanda.

La nueva legislación supone un paso potencialmente positivo para apoyar a la competitividad empresarial, pero la competitividad sostenible de una sociedad es mucho más compleja. Hay un equilibrio muy delicado entre la flexibilidad y la seguridad. Dada la importancia que tiene el tener un trabajo gratificante y con niveles asumibles de vulnerabilidad para el bienestar de las personas, es crítico construir un mercado que funcione para las empresas y también para la sociedad. Esto requiere al menos tres medidas complementarias.

La primera, es apoyar de manera digna a aquellas personas que pierden su trabajo, tanto desde el punto de vista financiero como con un servicio eficaz de empleo. La segunda, es la de apostar en la educación y la formación continua. Por un lado, una buena educación es la base para que la gente sea más flexible en sus puntos de vista y en sus capacidades. Por otro lado, la formación continua supone una oportunidad para reorientar las capacidades de las personas a lo largo de su vida. La tercera medida, quizás ahora la más importante, es fomentar un diálogo fructífero entre los empresarios y empleados basado en el respeto mutuo y el reconocimiento de la situación de los demás. En este punto, se puede aprender mucho de experiencias cooperativas. El reto es mirar más allá de las ideologías y construir relaciones basadas en que la competitividad es un proceso que debe tener en cuenta los intereses de todos: empresas, personas y sociedad.

James Wilson, Investigador Senior, Orkestra-Instituto Vasco de Competitividad y Coordinador del Comité Organizador del Congreso Anual del TCI 2012.

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