Una 'alfombra voladora' hacia el infierno: el régimen de Bashar al Assad tortura y ejecuta a la población civil desde hace meses. Nombres como el 'dulab' o la 'silla alemana' evocan en ciudades como Damasco, Deraa u Homs el pánico. Amnistía Internacional denuncia que el hostigamiento contra la oposición siria ha alcanzado "niveles sin precedentes" y forma parte de un "ataque sistemático".
Sujeto a un asiento metálico de respaldo móvil, con las extremidades inferiores y superiores atadas con correas: ahí comienza el sufrimiento. Los verdugos reclinan hacia atrás la plancha sobre la que se apoya la espalda del reo y la columna vertebral comienza a sentir la presión. El cuello, cada músculo de los hombros sufre un terrible dolor que puede desencadenar en la parálisis. La llamada 'silla alemana' (al-kursi al-almani, en árabe) aterra a los detenidos.
Amenazas, violencia sexual, hostigamiento psicológico, golpes hasta que se pierde el sentido, privaciones sensoriales, 'terapias' de frío y calor, descargas eléctricas e incluso crucifixiones. Este jueves se cumple un año del inicio de la revuelta contra el régimen sirio y los arrestos, vejaciones y maltratos se han generalizado en un país donde, según cálculos de la ONU, ya han perdido la vida 7.500 personas.
"Cada día nos sacaban de la celda durante una o dos horas para golpearnos. Nos forzaban a arrodillarnos, con los ojos cubiertos y las manos atadas, en la sala de interrogatorios y nos golpeaban por todos lados. Así fue durante seis días", relata Raed, un graduado de 27 años que estuvo una semana encarcelado.
El informe de esta organización de defensa de los derechos humanos, titulado Quería morir, recoge los testimonios de los refugiados que escapaban de este horror y ha identificado 31 formas de tortura distinta.
El segundo día de cautiverio, los soldados y matones de Al Assad sujetaron a Tareq, detenido en julio de 2011 cerca de un cuartel de la Inteligencia militar, a la 'alfombra voladora' (bisat al-rih): "Me colocaron boca arriba sobre una tabla de madera, con los brazos y las piernas atadas. Entonces, un cable levantó los dos extremos del dispositivo [haciendo que el cuerpo formara una uve]. El dolor aumentó, sobre todo en la parte de abajo de la espalda y vi como los pies se acercaban a mi cabeza. Duró media hora".
El dulab es otra de las prácticas más temidas en los calabozos sirios. En concreto, se introduce a la víctima en un neumático y entonces se alza, para proceder así a la paliza.
"Me sometieron a este castigo a diario durante 18 jornadas. Con las muñecas atadas y las piernas elevadas, ellos me azotaban los pies en aquella posición durante un centenar de veces", recuerda Tayseer.
Este "catálogo" de crueldad subraya que Damasco "no ha hecho nada para terminar con el empleo sistemático de la tortura durante décadas", concluye IA, antes de comparar la actual situación con la represión de Hafez el Asad, padre del actual presidente sirio. "Siria no parece tener ningún deseo de acabar con estas violaciones de derechos humanos", sentencia.
Nadie a salvo: enfermos y niños
El régimen sirio también tortura a los heridos en los hospitales, según se desprende de un vídeo emitido por Channel 4 que obra en poder de Naciones Unidas. Hombres heridos y con los ojos vendados aparecen encadenados a las camas, entre látigos de goma y cables eléctricos.
Aunque la cadena británica no puede verificar la grabación -en la que se sugieren fuertes palizas a los pacientes- de forma independiente, Naciones Unidas afirmó que investigadores independientes ya están informando al Consejo de Derechos Humanos onusiano.
Human Rights Watch (HRW) también señaló que muchos niños están siendo objeto de rutinarias torturas a manos de las fuerzas leales al régimen. "El ejército y agentes de seguridad ya han arrestado a muchos de ellos. Se han registrado al menos 12 casos de niños detenidos en condiciones inhumanas, torturados y asesinados a tiros en sus casas y en las calles", según afirmó la ONG en febrero.
HRW acusa al gobierno sirio de haber "convertido las escuelas en lugares de detención y en bases militares". Asimismo, denuncia "la presencia de francotiradores en los colegios", aumentando así el riesgo de los más pequeños sirios.