Opinión

Cuidar la salud de los empleados es una inversión

  • Invertir en la salud integral de los empleados genera casi 12 billones de dólares en total  
  • Los estudios demuestran que las organizaciones que priorizan la salud observan mejoras notables en la productividad, menor absentismo, menores costos de atención médica y mayor compromiso y retención de los empleados.
Silueta de un empresario estresado en su oficina
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¿Por qué les interesa a las empresas cuidar la salud integral de sus empleados? Los estudios demuestran que las organizaciones que priorizan la salud observan mejoras notables en la productividad, menor absentismo, menores costos de atención médica y mayor compromiso y retención de los empleados. Según el Foro Económico Mundial "invertir en la salud integral de los empleados (su funcionamiento mental, físico, espiritual y social) puede generar casi 12 billones de dólares en valor económico global. Las investigaciones indican que una mejor salud y bienestar de los empleados podría generar hasta 11,7 billones de dólares en valor económico global".

Sabemos que las empresas mejor posicionadas son las que no solo están cumpliendo con los criterios ambientales, sociales y de gobernanza, sino que también se esmeran por hacer que sus trabajadores formen una fuerza laboral más saludable y, por tanto, más resiliente y adaptable. Esta es la mejor manera de navegar por las incertidumbres y los desafíos de un mundo que cambia rápidamente. Sin embargo, según datos de Eurostat el estrés es el segundo problema de salud más frecuente entre los trabajadores tras los trastornos musculoesqueléticos. Las bajas laborales por problemas relacionados con el estrés han aumentado en los últimos años debido a la presión laboral, la sobrecarga de trabajo y otros factores como la falta de conciliación entre la vida personal y profesional. También generan estrés los problemas con compañeros o superiores, la sensación de no poder tomar decisiones en el trabajo y la inseguridad laboral. Pero al hacer referencia al estrés es importante poner el foco en el individuo porque la constitución física propia de una persona, su carácter y su personalidad son factores clave a considerar.

No todo el estrés es malo: si se maneja bien puede ser una herramienta para el crecimiento y la superación. El problema surge cuando se convierte en distrés, afectando a la salud y la calidad de vida. Conviene hacer una reflexión: el estrés es una reacción adversa que tienen las personas ante presiones excesivas u otro tipo de exigencias que se les presentan; sin embargo, el estrés solo es la respuesta, no es la situación en sí.

Ante una misma situación puede haber respuestas muy diferentes porque lo que una persona percibe como estresante, otra la percibe como estimulante. Por ejemplo, hay quienes sienten una presión extrema ante un plazo de entrega apretado que les lleva a desarrollar ansiedad. Otros, cuando saben que tienen mucho tiempo por delante para entregar un trabajo, lo dejan pasar hasta que les quedan pocos días para su entrega; de esta manera se sienten más estimulados. Se trata de personas que necesitan presión para activarse, y por tanto para ellos ese estrés es positivo o, dicho de otra forma, es eutrés. Este tipo de estrés, el que motiva, mejora el rendimiento y ayuda a enfrentar desafíos de manera positiva.

Al contrario del distrés, ayuda a mantener la concentración y la productividad, potencia la creatividad y la capacidad de resolución de problemas. De ahí que se tenga que poner de relieve la necesidad de contar con intervenciones personalizadas para abordar y prevenir los problemas de estrés laboral. Aunque las organizaciones saben qué situaciones laborales pueden estar generando unas condiciones psicosociales adversas o desfavorables y por tanto tomar medidas generales para todos los empleados, deben conocer suficientemente bien a cada una de las personas que componen la empresa para saber qué es estimulante para unos y estresante para otros.

Como no existe un enfoque único para todos y se deben adoptar medidas preferentemente organizativas y colectivas antes de aplicar las individuales, estas son algunas directrices que pueden servir para generar las condiciones deseables que aseguren a la organización el cuidado adecuado de la salud integral en los empleados: en primer lugar, conocer el estado de salud y el perfil motivacional de cada persona, teniendo presente que estos van cambiando con la edad y según la etapa vital del individuo. Segundo, establecer espacios de conversación jefe-colaborador para conocer las inquietudes de las personas del equipo y ver qué cuestiones debe y puede atender la empresa. También se deben ofrecer herramientas para el autoconocimiento y la autogestión que ayuden a cada individuo a identificar qué situaciones le producen distrés y cuáles eutrés, de manera que pueda regularse a sí mismo/a y tomar conciencia de cuándo debe pedir ayuda. Y por último, fomentar un buen ambiente laboral a través de una comunicación clara, el reconocimiento del esfuerzo y la promoción de hábitos de vida saludable.

Al final, hacer del trabajo un lugar que mejore la salud de los empleados contribuye a construir una sociedad fuerte, productiva y comprometida con el bienestar de sus ciudadanos de forma sostenible y no es tan difícil, es cuestión de voluntad.

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