Opinión

Ruta directa hacia la descarbonización del transporte aéreo

  • El uso obligatorio de SAF empezará con un 2% en 2025, un 6% en 2030 y un 70% en 2050
Suministro de SAF en un avión de Vueling
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Europa avanza de manera decidida hacia la descarbonización del transporte aéreo, pero aún no está claro si elegirá la ruta directa o un vuelo con escalas. La producción de SAF (Combustible Sostenible de Aviación, por sus siglas en inglés) representa una gran oportunidad para España. Nuestro país cuenta con una combinación única de recursos naturales, experiencia industrial y potencial tecnológico que puede convertirlo en un referente europeo en este sector de alto valor añadido. El SAF permite reducir la huella de carbono de la aviación en al menos un 70%, según datos de la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA), lo que lo convierte en una herramienta clave para la descarbonización del transporte aéreo.

Como suele ocurrir en sectores emergentes, existen diferentes tecnologías para producir SAF. Cada una de ellas presenta sus propias características, complejidades e impacto ambiental. En la actualidad, la regulación europea principalmente a través del reglamento ReFuelEU Aviation reconoce dos grandes categorías de SAF: los de origen biológico, y los de origen no biológico, conocidos como RFNBO (Combustibles Renovables de Origen No Biológico, por sus siglas en inglés). Hoy por hoy, prácticamente el 100% del SAF que se produce en el mundo pertenece al subtipo biológico denominado HEFA (Hydroprocessed Esters and Fatty Acids), que se obtiene a partir de aceites usados, frecuentemente importados de países como China e Indonesia. La dependencia de productos del exterior genera incertidumbre, no solo porque existen alternativas al HEFA producidos localmente y con un impacto ambiental menor, sino también porque esta situación podría traducirse en una nueva forma de vulnerabilidad ante recursos que, con el tiempo, pueden resultar escasos, costosos o difíciles de conseguir. Aunque el HEFA resulta eficaz a corto plazo, su sostenibilidad y competitividad a largo plazo son inciertas.

Afortunadamente, existen rutas alternativas de producción de SAF más sostenibles, tanto en términos ambientales como por su contribución a la independencia energética. Una de ellas es la que proponemos desde Solarig: incluir el uso de biometano y CO2 biogénico de origen agroganadero como parte del suministro requerido para la producción del SAF, lo que redunda en una reducción significativa de otras necesidades en hidrógeno renovable, agua o suministro eléctrico de la red. Un ejemplo destacado es Turboleta SAF, uno de nuestros proyectos ubicado en la provincia de Teruel. Esta instalación será pionera en Europa y producirá un tipo de SAF con una huella de carbono hasta seis veces inferior a la alternativa más común, el HEFA. Gracias a este enfoque más circular y con impacto positivo y directo en el territorio, es posible desarrollar soluciones más sostenibles, con una huella ambiental notablemente inferior durante todo el ciclo de vida del combustible.

Sin embargo, a pesar de sus ventajas ambientales y sociales, la regulación europea actual todavía no premia estas soluciones más sostenibles y se limita a establecer una obligación de uso de combustibles con etiqueta SAF. En la práctica, con la actual legislación, un litro de SAF importado de aceite de cocina usado desde Asia (HEFA) cuenta lo mismo que un litro de SAF producido en Teruel a partir de estiércoles y paja de explotaciones locales y el CO? capturado en el proceso de producción del biometano.

Frente a esta situación, otros países como el Reino Unido ya han comenzado a ofrecer incentivos diferenciados a los métodos de producción con menor huella de carbono en el caso del SAF. En este contexto, las transposiciones de la legislación europea que los Estados miembros de la UE deben realizar en los próximos meses representan una gran oportunidad para que los países, entre ellos España, aprovechen la oportunidad que suponen los combustibles sintéticos como motor de una economía circular, competitiva y con impacto positivo en las comunidades locales. Desde 2020, España ha sido testigo de una avalancha de proyectos de hidrógeno renovable. Sin embargo, muchos de estos proyectos enfrentan hoy serias dudas sobre su viabilidad técnica y comercial.

Dentro de los derivados del hidrógeno renovable que sí tienen un mercado emergente se encuentran el metanol, el amoníaco y el SAF. Este último destaca por una ventaja clave: su demanda está garantizada por ley, tanto en Europa como en Reino Unido. El Reglamento (UE) 2023/2405 establece una hoja de ruta clara: el uso obligatorio de SAF comenzará con un 2% en 2025, subirá al 6% en 2030 y alcanzará el 70% en 2050.

Este marco regulatorio convierte al SAF en un producto con demanda asegurada, lo que lo diferencia de otros derivados del hidrógeno que aún no cuentan con un mercado estable. Por ello, es imprescindible que los programas de ayuda pública se ajusten, para priorizar proyectos con viabilidad real y respaldo normativo, como el SAF producido localmente mediante rutas bajas en carbono, como la que utiliza Turboleta SAF. Solo así podremos asegurar que Europa toma el rumbo correcto en su descarbonización aérea, eligiendo la vía directa hacia sus objetivos climáticos.

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