
Las ciudades afrontan uno de los desafíos más acuciantes de nuestros tiempos: gestionar la movilidad diaria de una población cada vez más numerosa sin comprometer ni el medio ambiente ni la calidad de vida de los ciudadanos. Y es que el transporte tiene un gran impacto en ambos. Hablo en términos de ruido, de congestiones vehiculares y de emisiones que perjudican nuestra salud y la del planeta.
Necesitamos desplazarnos cada día, pero no podemos depender exclusivamente de nuestro vehículo particular si queremos avanzar hacia una movilidad sostenible. Europa empuja en esa dirección. Si nos centramos en la huella ambiental, en 2014, el Consejo Europeo aprobó que para 2030, los sectores difusos, entre los que se encuentra el transporte, debían reducir un 40% sus emisiones con respecto a los niveles de 2005.
El autobús urbano, como pieza central de un modelo multimodal, nos permitirá alcanzar este objetivo respondiendo a las necesidades de los usuarios. Sus ventajas son obvias y cada vez son más los españoles que lo eligen para sus desplazamientos diarios: en 2023, este transporte fue utilizado por un 6,8% más de viajeros que el año anterior.
Una alternativa sostenible y cercana
El autobús urbano no solo contribuye a disminuir la densidad de coches en las calles, reduciendo los embotellamientos y los problemas de aparcamiento, sino que también contribuye a mitigar la contaminación acústica y las emisiones nocivas.
En este sentido, al optar por vehículos eléctricos o propulsados por gas natural comprimido (GNC), podemos maximizar sus beneficios. Por ejemplo, los autobuses eléctricos eliminan al 100% las emisiones de CO2 y otras partículas contaminantes, mientras que los de GNC logran una disminución del 20% en las emisiones de carbono y un impresionante 85% en las partículas de óxido de nitrógeno, en comparación con los modelos diésel. Asimismo, estos autobuses eliminan las emisiones de azufre, reducen al mínimo las de monóxido de carbono y son un 50% más silenciosos, lo que contribuye a un entorno urbano más saludable y habitable.
Pero más allá de su menor impacto ambiental, los autobuses urbanos proporcionan una gran cercanía a los usuarios. En este sentido, el Consorcio Regional de Transportes de Madrid (CRTM) es un caso de éxito claro tanto a nivel nacional como internacional. Cuenta con 50 veces más líneas y 100 veces más paradas que el Cercanías.
Por supuesto, esta capilaridad también supone retos. Enrutar de forma óptima para llegar del punto A al B es más difícil, pero eso se solventa dotando a los viajeros de más información y de una explotación de esta para que los acompañe en su proceso de toma de decisiones.
Más eficacia y flexibilidad a disposición del viajero
Viajar en el menor tiempo posible también es una demanda habitual entre los usuarios. Demanda que ya puede satisfacerse gracias a nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial. Buen ejemplo de ello es la aplicación que desarrollamos Grupo Ruiz y que permite visualizar en qué punto del trayecto está el autobús para no pasar tanto tiempo en las paradas.
En la misma línea de comodidad y eficacia, el autobús urbano, dentro de un sistema de transporte multimodal, proporciona a los viajeros la libertad de movimientos que buscan, con flexibilidad y una disponibilidad total. Ciertamente, siempre existe un margen de mejora. Para impulsar todavía más esta modalidad de transporte necesitamos proporcionar a los viajeros medios integrados de pago y optimizar los intercambiadores y la información a la que pueden acceder.
De hecho, me atrevo a decir que el pago con tarjeta y el acceso a más datos sobre los tiempos de paso y los trayectos son dos elementos que mejorarían el ya de por sí alto grado de satisfacción que tienen los usuarios con el servicio de transporte en autobús. Al final se trata de no conformarse con lo conseguido y de seguir invirtiendo en innovación para llevar más lejos un medio que está llamado a desbloquear la movilidad del futuro.