
En los últimos años, en las ciudades españolas las opciones de movilidad compartida y bajo demanda han experimentado un gran auge, transformando la manera en la que nos desplazamos. Desde el uso de bicicletas y patinetes eléctricos hasta el carsharing y el ridesharing, estas alternativas no solo están modificando nuestros hábitos, sino que también ofrecen una respuesta a los problemas más acuciantes de las ciudades, a saber: el tráfico, la contaminación y la congestión del espacio público.
A medida que la tecnología avanza, las preocupaciones medioambientales se intensifican, registrando costes globales de hasta 8.000 millones de euros al día a causa de la polución, destinados a atender causas como los nacimientos prematuros, las enfermedades que provocan visitas al hospital, las bajas laborales y la carga económica que suponen las enfermedades.
La movilidad compartida y bajo demanda se perfila como una de las soluciones más prometedoras para reimaginar el transporte urbano. Aunque este modelo no está exento de desafíos, es la mejor opción para crear ciudades más habitables y al servicio de sus ciudadanos y visitantes en el futuro.
Existen varias barreras en cuanto a la adopción de servicios de movilidad compartida y bajo demanda en España. Una de las más importantes es la arraigada tradición de tener un coche en propiedad, incluso varios en una misma familia. Así, y según un estudio publicado por LeasePlan hace dos años, el coste medio mensual del mantenimiento de un coche en España era de 1.044 euros, teniendo en cuenta todos los gastos que conlleva, como son el combustible, los impuestos, el seguro y el mantenimiento.
Por la misma cantidad, un usuario de una plataforma con servicio de VTC puede hacer trayectos diarios de una media de 60-70 km, que es mucho más de lo que la mayoría de la gente recorre en realidad.
Además, un estudio de la Universidad Politécnica de Madrid indica que los vehículos de movilidad compartida brindan a los ciudadanos oportunidades únicas que solo estos servicios ofrecen, ya que les permiten participar en actividades de ocio durante los fines de semana y las últimas horas de la noche sin preocupación, se debe a que durante los días mencionados, la disponibilidad de transporte público es mucho menor, lo que hace que los servicios de ride-hailing ofrezcan una mejor opción de movilidad en zonas con baja accesibilidad.
También los traslados para realizar gestiones, ya sea en coche propio o en transporte público, están siendo reemplazados por estos servicios. Abandonar el coche privado se puede entender por la comodidad de no tener que preocuparse por conducir ni enfrentarse a complicaciones ni gastos como combustibles, seguros, mantenimiento, etc.
Otro factor a tener en cuenta es que la mayoría de los viajes en automóvil en España son relativamente cortos, especialmente en áreas urbanas. Una parte significativa de los trayectos no supera los pocos kilómetros y es aquí donde brillan ramas de la movilidad compartida como la de los patinetes eléctricos, y la de las bicicletas. En España, sin ir más lejos, un estudio indicaba que más de la mitad de las personas entre 12 y 79 años utilizan la bicicleta con frecuencia, y el número de usuarios ha aumentado en casi 4,5 millones desde el 2009.
También hay informes, como el de Global Traffic Scorecard, que indican que los conductores de Barcelona, por ejemplo, pierden 47 horas al año al volante en atascos. Perder horas de tu vida preocupándote por dónde aparcar y conduciendo en tensión no contribuye a una sociedad más feliz, al contrario. Al emplear métodos alternativos de movilidad compartida, estas preocupaciones desaparecen.
La tramitación de la futura Ley de Movilidad Sostenible será uno de los hitos para impulsar soluciones innovadoras, pero lamentablemente aún persisten barreras regulatorias locales y autonómicas que impactan sobre la movilidad compartida y bajo demanda y, en concreto, servicios como el ride-hailing (taxis y VTC). Esto tiene un impacto directo sobre la cobertura del servicio a nivel usuario, que en el caso de las ciudades españolas es hasta un 30% menor respecto a otras ciudades europeas, como París o Lisboa.
En conclusión, la movilidad compartida y bajo demanda se presenta como una alternativa clave para transformar nuestras ciudades hacia un modelo más sostenible, eficiente y que proporcione mayor felicidad a las personas que viven en ellas. El proyecto de Ley de Movilidad Sostenible es una oportunidad para aplicar políticas que fomenten este tipo de movilidad, pero las barreras regulatorias que continúan existiendo son contrarias al objetivo final de dicho proyecto.
El uso cada vez más frecuente de vehículos compartidos, bicicletas y patinetes eléctricos demuestra que los ciudadanos están dispuestos a adaptarse a nuevas formas de transporte, priorizando la comodidad, la accesibilidad y la sostenibilidad. Es crucial trabajar con distintos actores públicos y privados, como Marcas de Restauración, Equipo Europa, Talento para el Futuro, Cámara Cívica DemosLab y el Observatorio de Arquitectura Saludable para seguir impulsando políticas que favorezcan este tipo de movilidad, no sólo para aliviar los problemas actuales, sino para crear entornos urbanos más habitables y funcionales para las generaciones futuras.