
Miguel LInera, CEO de Silk
Es sorprendente cómo hemos transformado casi todos los aspectos de nuestra vida cotidiana gracias a la tecnología, pero cuando se trata de pagar el alquiler, parece que seguimos atrapados en los años 90. Hoy en día, podemos comprar un café por un euro con tarjeta o dividir los gastos de una cena con amigos al instante usando una aplicación en nuestro móvil. Sin embargo, el alquiler sigue dependiendo de transferencias manuales, domiciliaciones bancarias o incluso efectivo. Más allá de que este sistema sea poco práctico, que lo es, es una prueba de desconexión total con las necesidades actuales y las dificultades económicas que deben afrontar muchas personas para pagar el alquiler.
El acceso a la vivienda ya no es solo un problema logístico, sino también un desafío social y económico. Según el Banco de España, el 48 por ciento de los inquilinos en España está en riesgo de pobreza, lo que evidencia la urgencia de soluciones que no solo modernicen el proceso, sino que también lo hagan más equitativo y accesible.
En España, el alquiler representa la principal forma de vivienda para el 17% de los hogares, y esta tendencia sigue en aumento, según datos del INE. En Alemania, más del 50 por ciento de la población vive de alquiler, según Eurostat, demostrando que esta opción ha dejado de ser un paso transitorio para convertirse en una forma de vida. Sin embargo, la experiencia de alquiler sigue siendo frustrante, marcada por sistemas de pago anticuados y procesos poco adaptados a las necesidades actuales.
La digitalización, una apuesta por el cambio
En un contexto donde el 70 por ciento de los europeos prefiere pagos electrónicos frente al efectivo, según el Banco Central Europeo, la digitalización del sector del alquiler no es solo una oportunidad, sino una necesidad. Modernizar el sistema de pago del alquiler no solo aporta comodidad, sino que también tiene el potencial de transformar positivamente la economía doméstica.
Al igual que podemos pagar servicios de ocio o entretenimiento a través de tarjeta y con diferentes opciones de tarifa como Netflix, entre otros, los inquilinos deberían tener métodos de pago flexibles: con tarjeta de crédito, en pagos fraccionados o incluso acumulando recompensas. Estas opciones no solo se ajustan a las preferencias de las generaciones más jóvenes, sino que también ofrecen un alivio financiero a quienes luchan por llegar a fin de mes.
La digitalización va más allá de la conveniencia. Tiene el potencial de mejorar las relaciones entre inquilinos y propietarios, reducir la morosidad y optimizar la gestión de propiedades. Los propietarios, por su parte, pueden beneficiarse de procesos automatizados que ahorran tiempo y costes administrativos, al mismo tiempo que ofrecen una experiencia más profesional a sus inquilinos.
El Banco de España subraya que casi la mitad de los inquilinos vive en una situación de vulnerabilidad económica. Implementar soluciones digitales que ofrezcan flexibilidad y sostenibilidad podría marcar una diferencia significativa, ayudando a las familias a gestionar mejor su dinero y reduciendo la presión financiera mensual.
La evolución del mercado del alquiler es inevitable, pero el ritmo del cambio depende de nuestra disposición a adoptar nuevas soluciones. Con el encarecimiento de las ciudades, las expectativas de las generaciones más jóvenes y la búsqueda de experiencias más fluidas, el sistema actual ya no responde a las necesidades del momento.
Pagar el alquiler no debería ser una tarea tediosa ni anacrónica. La tecnología ya está aquí para facilitar esta transición hacia un modelo más ágil y eficiente. La verdadera pregunta no es si el mercado del alquiler se digitalizará, sino cuánto tiempo más seguiremos pagando como en los años 90.