Opinión

Empresas infravaloradas: una mina de oro para emprendedores e inversores en España

  • Las mejores oportunidades rara vez están a la vista: hay que buscarlas, valorarlas y atreverse a dar el paso
Rafa Gálvez, empresario, inversor y experto en la compra de empresas
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En un país en donde más del 40% de las pymes están en manos de empresarios mayores de 60 años y la sucesión empresarial es una asignatura pendiente, surge una oportunidad única para emprendedores e inversores: la compra de empresas infravaloradas. Este fenómeno, aún emergente en España, combina rentabilidad y sostenibilidad, ofreciendo una alternativa sólida frente al riesgo de lanzar un negocio desde cero. ¿Por qué no aprovechar las estadísticas que muestran que el 65% de las startups no sobreviven más de diez años?

En 2019, mientras se daban de alta 424.000 empresas, otras 373.000 cerraban sus puertas. Este dato ilustra no solo la alta rotación empresarial, sino también una realidad menos evidente: muchas de estas empresas no cesaron su actividad por falta de rentabilidad, sino porque no encontraron un comprador dispuesto a continuar su legado. Además, con el envejecimiento de la población, miles de negocios rentables enfrentan el cierre por falta de relevo generacional. Este fenómeno afecta especialmente a empresas familiares, que representan el 85% de las compañías en España, según el Instituto de la Empresa Familiar. Este desafío no solo provoca una pérdida económica, sino que amenaza directamente el tejido empresarial local.

La clave está en detectar los negocios PUSH: predecibles, útiles, simples e históricos. Estas empresas tienen un perfil muy particular que las convierte en una oportunidad única. Suelen ser negocios con ingresos estables, capaces de superar crisis económicas y modas pasajeras. Son modelos que resuelven necesidades básicas del día a día, como fontaneros, talleres o tiendas de alimentación, que permanecen útiles y con demanda constante.

Además, cuentan con estructuras operativas simples, lo que permite modernizarlas sin complicaciones. Por último, son negocios históricos, con trayectorias de años o incluso décadas, que han demostrado resiliencia y capacidad de adaptación. Estos atributos reducen el riesgo inherente a cualquier inversión, mientras que su falta de innovación las hace candidatas perfectas para optimización y crecimiento.

El arte de encontrar estas oportunidades radica en ir más allá de los marketplaces de compraventa de empresas. Aquí, el boca a boca, los contactos locales y los gremios empresariales son más eficaces que cualquier algoritmo. Conectar directamente con los dueños de estas empresas revela un mundo de posibilidades que pocos exploran. Muchas veces, estas conversaciones comienzan con una pregunta: "¿Y si pudiéramos darle continuidad a lo que has construido?"

Por otro lado, tener una metodología clara para analizar las empresas es esencial. Aquí es donde herramientas como el análisis DAFO pueden ser útiles no sólo para evaluar la oportunidad, sino también para alinearla con tus capacidades y objetivos. Este enfoque te permite aprovechar tus fortalezas y asegurar que el negocio tenga un encaje perfecto con tus habilidades.

Adquirir una empresa establecida es solo el comienzo. La verdadera creación de valor ocurre cuando optimizas sus operaciones para desbloquear su potencial completo. Muchas de estas empresas funcionan con modelos de gestión obsoletos, lo que abre la puerta a mejoras inmediatas con herramientas tecnológicas básicas. Implementar un sistema de gestión digital, modernizar procesos o simplemente introducir una estrategia de marketing más efectiva puede marcar la diferencia entre un negocio rentable y uno extraordinario. Recuerdo un caso de un pequeño taller mecánico que llevaba décadas operando de forma casi artesanal. Sin presencia digital ni procesos organizados, dependía únicamente de clientes recurrentes. Con pequeñas inversiones en tecnología y marketing digital, logró aumentar sus reservas un 30% en menos de un año. Esto demuestra que no siempre se necesita un gran capital para transformar una empresa.

Optimizar el negocio adquirido es clave, pero el crecimiento es lo que realmente asegura su futuro. Aquí entran en juego dos caminos principales: el crecimiento orgánico y el inorgánico. El primero se basa en maximizar los recursos existentes mediante estrategias como perfeccionar la captación de clientes, diversificar la oferta de productos o expandir geográficamente. La mejora continua es clave en este sentido.

El segundo, por su parte, consiste en adquirir empresas complementarias para generar sinergias y reforzar la posición del negocio en el mercado. La compra de empresas infravaloradas, más que una estrategia financiera inteligente es una oportunidad para construir algo significativo. No se trata solo de generar beneficios, sino de preservar empleos, revitalizar el tejido empresarial local y, en muchos casos, rescatar el legado de familias que han dedicado su vida a estos negocios. Esto es algo que he visto de cerca en más de una ocasión: emprendedores sin experiencia previa que, con el enfoque correcto, transforman un negocio tradicional en una historia de éxito. Revitalizar estas empresas significa fortalecer comunidades y construir un futuro más sostenible. Es, además, una manera de marcar la diferencia en un mercado saturado de novedades efímeras y apuestas de alto riesgo.

Este modelo de adquisición y optimización de empresas infravaloradas no solo te permite entrar al mundo empresarial con riesgos controlados, sino que también redefine lo que significa ser un inversor. No se trata de manejar grandes capitales desde un principio, sino de aplicar una mentalidad enfocada en el crecimiento y la mejora continua.

Si algo he aprendido acompañando a emprendedores e inversores en este camino, es que las mejores oportunidades rara vez están a la vista de todos. Hay que buscarlas, valorarlas y, sobre todo, atreverse a dar el paso. En el momento en que decides adquirir una empresa y comprometerte con su éxito, ya estás invirtiendo. No solo dinero, también es tiempo, esfuerzo y visión. Con estrategia, perseverancia y un poco de audacia, las empresas infravaloradas pueden ser el punto de partida para construir un futuro sólido y lleno de posibilidades.

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