
Desde hace más de una década se están sucediendo cambios sociales y empresariales que están transformando el mundo económico y que, en muchas ocasiones, están relacionados con cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza, los conocidos como criterios ESG.
Estos cambios, que emanan en muchas ocasiones de las propias demandas de la sociedad civil, tienen su impacto en las decisiones de los inversores, que cuentan con evidencias crecientes de empresas que invierten para mejorar sus estrategias de sostenibilidad y sus aspectos no financieros sean capaces de lograr una ventaja competitiva futura y sostenible que impactará positivamente en su valoración.
El auge del ESG, especialmente a partir de la década de 2010 con la llegada de la Directiva de información No Financiera (NFRD), ha supuesto un importante cambio en la gestión empresarial, que está virando hacia modelos con una mayor innovación en su patrón de crecimiento. Del mismo modo, también se está difundiendo al mercado, un mensaje sobre como las organizaciones tienen presente la sostenibilidad en sus estrategias corporativas. Un proceso que puede conllevar mejoras reputacionales, una mayor atracción de clientes y talento, oportunidades de crecimiento con nuevos productos o la mitigación de riesgos.
En este sentido, si se analiza alguno de los "ESG score" de las 600 mayores compañías europeas por capitalización -Stoxx 600- se puede apreciar que prácticamente todos los sectores han experimentado una mejora significativa durante los primeros años desde su publicación, evidenciando una mayor orientación hacia estrategias corporativas con un fuerte componente de ESG.
Esta tendencia también está teniendo su reflejo en el Mercado de Fusiones y Adquisiciones (M&A), el cual está llevando a los principales actores de la industria a evolucionar sus solicitudes de due diligence en materia de ESG desde un enfoque basado en el riesgo, hacia una combinación que incluye aspectos comerciales y de crecimiento. En este sentido, una evaluación ESG en el marco de una operación corporativa puede ayudar a evitar riesgos financieros, normativos o de reputación que sean incompatibles con los propios compromisos ESG del comprador.
En consecuencia, los equipos de desarrollo corporativo, planificación o dirección financiera, entre otros, deben integrar de forma proactiva los aspectos ESG en el ciclo de vida de las operaciones. Para ello, es esencial aprovechar los conocimientos en esta materia para ayudar a fundamentar la estrategia y la toma de decisiones. Por todo ello, los factores ESG deben integrarse de manera adecuada en todos los aspectos de la actividad M&A, desde la selección del objetivo, hasta la due diligence y la posterior integración, una vez se cierre la operación.
La incorporación de estos criterios de sostenibilidad en las estrategias de las compañías se presenta, por lo tanto, como una de las principales tendencias en los últimos años, lo cual resulta especialmente interesante para los profesionales del M&A y de valoraciones que, sin embargo, se encuentran con la problemática de cuantificar el impacto que podrían tener las cuestiones ESG en los múltiplos de valoración de las empresas.
Para abordar este aspecto, en Deloitte hemos publicado recientemente un estudio en el que se analiza la influencia de la variable "ESG score" en diferentes métricas de negocio y valoración. En concreto, nuestro modelo econométrico arroja tres conclusiones relevantes. En primer lugar, se evidencia que un aumento de 10 puntos en el "ESG score" conlleva un incremento de entre 0,4 y 0,7 puntos en el múltiplo EV/EBITDA que, aplicado a las empresas del Stoxx 600, supone un aumento medio de la valoración de entre un 2,7% y un 4,7%. En segundo lugar, el modelo demuestra que esta relación positiva y significativa se mantiene para los diferentes sectores económicos analizados. Por último, el modelo también muestra la correlación entre el aumento de la variable "ESG Score" y la evolución de los ingresos y los gastos de estas compañías. En este sentido, se pone de manifiesto que un aumento de 10 puntos en este indicador supone un aumento en los ingresos de las empresas de entre el 1 % y el 2 %, mientras que los costes también se verían incrementados, pero en menor medida, entre el 0 % y el 1 %. Es decir, la rentabilidad de la empresa es mayor a medida que esta invierte más en ESG. Más allá del impacto numérico, esta relación positiva pone de manifiesto la necesidad de incorporar en los ejercicios de valoración aspectos como los principales riesgos y oportunidades en términos ambientales, sociales y de gobernanza a los que se enfrenta las compañías. Todo ello permite a las compañías estimar unos niveles normalizados de rentabilidad, seleccionar un grupo de compañías comparables en base a este tipo de métricas ESG y, por último, estimar el impacto a futuro de las inversiones en materia de ESG.
En definitiva, las consideraciones ESG y de inversión de impacto están remodelando profundamente los modelos empresariales. En los próximos años, estarán cada vez más integradas de manera intrínseca en las operaciones de fusiones y adquisiciones. Este cambio está llamado a desbloquear la competitividad, la rentabilidad y la atracción de capital, pero también es esencial para la sostenibilidad de las empresas ya que clientes, inversores, empleados, sociedades y gobiernos esperan que las empresas contribuyan a crear un planeta más justo y sostenible.
Es difícil imaginar que las empresas puedan construir un futuro sostenible a largo plazo sin que los criterios ESG estén presente en todos sus procesos estratégicos, incluido uno de los principales motores de crecimiento: las fusiones y adquisiciones. Cabe destacar que los líderes empresariales deberán tomar decisiones para lograr la armonía entre la confianza de los stakeholders y la creación de valor para los accionistas.