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Especial 8M: una mirada económica

¿Hay que seguir hablando de diversidad e igualdad en la empresa?

  • Hay que seguir insistiendo hasta que la situación de paridad sea una realidad
  • Hay tres pilares en los que trabajar: empresa, mujer y sociedad
Laura Ros, directora general de Volkswagen en España.
Laura Ros Verhoeven

¿Hay que seguir hablando de diversidad e igualdad en la empresa? Para mí, la respuesta es sí. Hay que seguir insistiendo hasta que la situación de paridad sea una realidad. Porque si analizamos los datos de manera aséptica, todavía queda mucho trabajo por hacer a todos los niveles dentro de la estructura laboral en España, en mandos intermedios y también en puestos de dirección.

Preparando esta columna repasaba mi trayectoria y las barreras que he tenido que superar para llegar hasta donde estoy hoy. En mi caso he tenido la fortuna de no encontrar barreras por ser mujer. La dedicación, la pasión por mi trabajo, y estar rodeada de un gran equipo han marcado mi trayectoria profesional. Y por supuesto mucho esfuerzo y equilibrios para compatibilizarla con mi vida personal y mi familia. Pero sé que esta no es la realidad de muchas mujeres muy capaces, con mucho talento, que lamentablemente se enfrentan a una realidad diferente con techos de cristal, sesgos inconscientes o brecha salarial.

En mi opinión, para conseguir una sociedad que sea 50/50 de manera real y efectiva hay tres pilares en los que trabajar: empresa, mujer y sociedad.

En la empresa encuentro múltiples razones por las cuales necesitamos contar con más mujeres en nuestros equipos y órganos de decisión. Y no se trata solo de cualidades como la capacidad, el estilo de liderazgo o la visión que aportan las mujeres, sino de otros motivos más relacionados con la estrategia, la identificación con el mercado y la cuenta de resultados.

El entorno en el que operamos es cada vez más impredecible y el éxito en la toma de decisiones ya no viene determinado por nuestras experiencias pasadas, sino por nuestra capacidad para anticipar escenarios futuros y adaptarnos con agilidad a entornos cambiantes. Para desarrollar esos escenarios debemos huir del pensamiento gregario. Los equipos más diversos (en sentido amplio, no solo con visión de género), con diferentes puntos de vista y que aportan disparidad de opiniones son los que conseguirán una discusión de mayor calidad y estarán en disposición de tomar las mejores decisiones y adaptarse mejor al cambio.

En los nuevos modelos de negocio es el cliente el que está hoy en el centro y para servirles bien no hay nada mejor que ser como ellos y pensar como ellos. Las empresas que no tienen en cuenta a las mujeres en puestos de dirección, ya sea alta dirección como mandos intermedios, se están perdiendo la visión de la mitad de la población y, por extensión, la de la mitad de sus clientes. Si nuestras organizaciones no acaban siendo un fiel reflejo de la sociedad, nos pasará factura.

Además, si tenemos la ambición de ser los mejores tenemos que atraer al mejor talento. En un escenario donde el talento es escaso y las empresas debemos luchar por la atracción de talento sin desaprovechar el 50% del talento del mercado laboral.

En este mismo sentido, las mujeres también jugamos un papel importante: si queremos liderazgos más diversos también tenemos que dar un paso al frente. Porque en algunas ocasiones las barreras nos las ponemos nosotras mismas. Tenemos que ser valientes, aprender a levantar la mano cuando se presenta una oportunidad y a decir "sí" cuando nos proponen un reto. Y también hemos de hacerlo desde la base y la formación buscando caminos en los que habitualmente las mujeres hemos tenido menos presencia, como en las carreras STEM.

Las profesiones del futuro e incluso del presente demandan cada vez más talento con conocimientos de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, y las mujeres no podemos perder este tren y, de nuevo, quedarnos fuera. Las ratios de mujeres en dichas carreras son del todo insuficientes y hace falta mucha pedagogía y un cambio en el modelo educativo de las asignaturas de matemáticas y física para que las niñas entiendan la creatividad y el potencial de transformación que encierran dichas asignaturas.

El último de esos pilares, y que es clave también porque es el entorno en el que nos desarrollamos, es la propia sociedad en la que vivimos y que todavía tiene tareas pendientes como la inevitable necesidad de la igualdad en el reparto de tareas en el hogar. Veo cambios importantes en las generaciones más jóvenes, pero hay que seguir concienciando y educando para asegurar un reparto igualitario de las responsabilidades familiares y de los hijos.

Al mismo tiempo, las empresas tenemos que ayudar a que este se haga realidad con modelos de trabajo más flexibles siempre que el contexto lo permita. Es cierto que la tecnología se ha convertido en uno de nuestros mejores aliados para lograr un mayor equilibrio entre la vida personal y la profesional creando entornos laborales más flexibles, pero no se trata tanto de la disponibilidad de las herramientas, sino de la propia cultura empresarial.

En resumen, es cierto que arrastramos una herencia de desigualdad, pero estamos en el momento de hacer realidad el cambio. Y no solo por el clamor social sino desde el convencimiento de que la apuesta por la diversidad mejora la vida de las personas, la competitividad de las empresas, y el talento de todo un país.