Si hay algo con lo que sueña toda mujer en un puesto de responsabilidad es, precisamente, con que eso no sea noticia, que no se hable de ello, que no haya que celebrarlo… Queremos normalidad, que nadie se pregunte cómo hemos llegado hasta aquí, más allá de nuestra valía profesional, que nos olvidemos de las cuotas o de conceptos similares.
Y poco a poco parece que esa 'utopía' se va acercando, aunque aún quede bastante por hacer. En el mundo de la Educación, por ejemplo, el papel de la mujer ha cambiado visiblemente. Hace solo unos años, menos de los que podríamos pensar, se asumía que en Educación las mujeres tenían el rol de maestras y los hombres eran los directivos. Ahora, más allá de ese rol fundamental en las etapas formativas, cada vez se ven más rectoras, vicerrectoras o CEOs, como es mi caso. Y también investigadoras, directoras de departamento o managers. El género no importa. La foto, al menos en la Universidad Europea, la mía, es de total igualdad.
El cambio, despacio, se va produciendo. De hecho, los hogares en los que a las niñas, y por supuesto a los niños, se les educa en la igualdad son ya una clara mayoría y los roles de género cada vez tienen menos cabida.
Aunque no podemos engañarnos. Pese a que no hay diferencias en el camino hacia la Universidad y pese a que el 60% de los nuevos estudiantes son mujeres, son los hombres los que acceden de manera mayoritaria a las carreras más tecnológicas. De hecho, según la UNESCO, sólo el 35% de los matriculados en áreas STEAM y el 30% de los investigadores científicos son mujeres. Pese a que, en las parejas, cualquiera de los miembros podría dejar de lado su carrera a la hora de tener hijos, solo el 70% de las mujeres trabajan tras la maternidad frente al 89% de los hombres, según el Instituto Nacional de Estadística. Pese a la legislación que obliga a la igualdad salarial, en la Unión Europea, las mujeres cobran, de media, en salario/hora un 12,7% menos que los hombres. Esto equivale a un mes y medio de salario al año…. Y así, infinidad de ejemplos.
Pero no podemos y no queremos quedarnos con este mensaje pesimista. Tenemos que ser capaces de ver más allá y, cada uno desde nuestro lugar de trabajo, buscar que estos temas dejen de ser noticia.
Tenemos que demostrar nuestras habilidades en innovación, investigación, Inteligencia Artificial, diseño… Tenemos que seguir el camino marcado en el pasado y en el presente por grandes mujeres y que, de verdad, no importe cuál sea nuestro género. El mejor día para la mujer, para cualquier mujer, será el día en el que no haya que celebrarlo.