Opinión

Voracidad empresarial, clave del progreso social

Dos conceptos inevitablemente unidos como "empresario" y "capital" dan como resultado un tercero: "voracidad económica". Este concepto va más allá de sus palabras, se ha hecho un hueco en la cultura popular. Sin embargo, no deja de ser un sesgo que, reconvertido en un oxímoron, utiliza dos conceptos de significado opuesto y generan un tercero.

Puede que se discuta el hecho de que "empresario" y "capital" no son conceptos opuestos, si no complementarios, pero hoy, aquí y ahora, tal y como la economía está deflactando, la deuda soberana incrementando o la inflación mermando nuestro poder adquisitivo, mientras el precio del dinero disminuye, sí se puede atrever a decir que "empresario" y "capital" son conceptos opuestos, aunque destinados a entenderse.

El camino fácil a la hora de juzgar a un empresario es su capacidad para generar capital. Si una empresa tiene un gran volumen económico decimos que es una empresa con "éxito". Si por el contrario no es así, la calificamos como "mediocre" o "del montón". El error no está en el perjuicio, que también, si no en limitar la capacidad de una empresa a su rendimiento. Una empresa genera mucho más valor que lo que marca su balance. Es el lugar donde los jóvenes se forman profesionalmente y dependiendo de la fortuna que tengan en dicho entorno, desarrollarán la capacidad de aprender a liderar. Porque una empresa es el lugar donde maduramos personal y profesionalmente, donde aprendemos el valor de la cooperación, de las relaciones, de tener un objetivo común. Una empresa es una propuesta, una solución a un problema sin resolver.

Las empresas tratan de ofrecer algo diferente y mejor a sus clientes, de lo contrario fracasan. Por eso una empresa está hecha de la ilusión de unos pocos por satisfacer a un grupo mayor. De paso, una empresa que goce de la aceptación de sus clientes, gana dinero.

Poco se habla de que, para crecer más una empresa, esta tiene que asumir una mayor cantidad de deuda traducida en empleados, sistemas, infraestructuras y herramientas. Para crecer, tienen que estar preparados para pagar a proveedores y compañeros mucho antes de

cobrar y para ello hay tres vías: la deuda, la venta o el flujo de caja.

Endeudar una empresa es sacrificar sus beneficios, en el caso de que un banco te lo permita. Ya hemos visto que la nefasta política europea apuesta por una ralentización de la economía, traducida en el endurecimiento crediticio, por lo tanto, esta vía tiene la trampa del precio del dinero.

La segunda opción es la venta parcial de la empresa consiguiendo dinero líquido suficiente para asumir el crecimiento, pero esta opción tiene intrínseca la pérdida de control sobre las decisiones de la empresa. Por último, la tercera es emplear el flujo de caja para sobrevivir. Un acto temerario ya que el "cash" es el oxígeno empresarial y aquí la tentación es la de gastar lo que será necesario para sobrevivir.

No se habla de que facturar trescientos mil euros significa tener una deuda de doscientos cincuenta mil. Facturar un millón quiere decir deber ochocientos mil. Facturar doce millones es tener una deuda de once. Una bola de nieve que avanza eternamente en función del crecimiento empresarial.

La economía de una empresa está estrechamente ligada a su valor social. Impuestos, sueldos, los impuestos derivados de dichos sueldos y la creación de un ecosistema de valor intraempresarial, son como mínimo esenciales para el correcto funcionamiento de nuestra sociedad.

Empresas grandes y pequeñas trabajaban muy duro no solo por aportar algo diferente y mejor a sus clientes, también por sobrevivir a la incertidumbre económica. Por eso si una empresa factura un millón, su objetivo es tres. Si factura veinte su objetivo es veintidós. No es voracidad, no es ambición, es necesidad. Se suele confundir fácilmente un objetivo (económico) de una misión (social). Este hecho trasladado al ecosistema empresarial suele retratar a este como depredadores económicos. Aunque existe este perfil la inmensa mayoría tan solo busca la supervivir aportando valor. Aunque todas las empresas del mundo coincidan en que el dinero no sea su objetivo, sea cual sea este, la fortaleza económica es el único medio para llegar hasta ahí. Siempre necesitarás más de lo que pretendes, porque siempre querrás llegar más lejos. No es voracidad, es valor.

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