Opinión

La inversión local como efecto mitigador de la energía renovable en la zona rural

A menudo hablamos de cómo los parques de energías renovables generan impactos positivos en las zonas donde se instalan. Este es uno de los grandes puntos de la agenda pública actual, para promover la adopción de energías renovables frente a otras más contaminantes y finitas. Sin embargo, nada es negro o blanco. La instalación de parques eólicos o fotovoltaicos, por ejemplo, conllevan a su vez ciertos perjuicios: afectan a la fauna y flora del ecosistema, producen ruido, generan residuos de productos fitosanitarios, etc.

Una de las formas de compensar estos aspectos negativos, que repercuten directamente en la población de la zona donde se instalan los proyectos, es permitir que estos vecinos se beneficien de las rentabilidades generadas por la producción energética. Esta oferta de inversión local debe ser contemplada bajo una óptica de efecto mitigador, una contraprestación a las personas que se ven afectadas por estos proyectos.

¿De dónde procede esta filosofía de la mitigación? Algunos países de Europa tienen ya un largo recorrido normativo favoreciendo este tipo de actuaciones, como por ejemplo Francia, pionera en temas de inversión local en proyectos de renovables. Son además, por lo general, proyectos ya en una fase de desarrollo totalmente viables, rentables, y que van a generar beneficios económicos para sus propietarios y financiadores. El objetivo es compartir estos beneficios con la gente, que el desarrollo de una planta no se limite únicamente al pago de impuestos que recaudan los ayuntamientos, sino que se pueda participar en el beneficio que generan estas instalaciones al vender la energía de estas instalaciones en el mercado eléctrico o directamente a un gran consumidor a través de un contrato bilateral.

Es interesante que resaltemos un dato: los promotores llevan a cabo esta oferta local para alinear sus intereses con los del territorio y la población local; pero no porque tengan necesidad de hacerlo desde un punto de vista financiero, o incluso administrativo o político. En todo momento se trata de hacer copartícipes a los vecinos de los beneficios generados por estas instalaciones.

A día de hoy, la participación en este tipo de proyectos se está estructurando como un rendimiento financiero: inviertes y recibes una rentabilidad de ello. Sin embargo, también sería interesante pensar en un esquema en el que se repartiesen rendimientos energéticos a partir de esta fórmula. Es decir, consumiendo en casa la energía producida por la instalación en vez de comprarla en el mercado, con los ahorros en la factura de la luz que esto supondría.

Pese a esto, las comunidades autónomas españolas que han promulgado legislación específica sobre la participación local en proyectos de renovables (Baleares, Cataluña y Navarra hasta la fecha) han puesto el foco en la participación de la financiación, más que en la última comentada, sobre rendimiento energético.

También se esbozan estas fórmulas de participación local en la normativa estatal. De hecho, el Real Decreto-ley 12/2021 -que modifica parcialmente el Real Decreto 1183/2020, de 29 de diciembre, de acceso y conexión a las redes de transporte y distribución de energía eléctrica- prevé que los futuros concursos de capacidad de acceso a la red de transporte incorporen la participación de inversores locales como uno de los criterios socioeconómicos y ambientales a valorar. De esta forma, se promueve que los proyectos que resulten adjudicatarios incorporen una oferta de participación local, la cual incidirá directamente sobre el impacto económico que dichos parques tienen en el territorio.

Aunque en España la participación local es un mecanismo que está comenzando a dar sus primeros pasos, desde Fundeen hemos estado involucrados en todos los proyectos de esta tipología que se han llevado a cabo hasta la fecha. Sin ir más lejos, hace unos días cerramos la financiación del proyecto Carril Solar, un proyecto promovido por RP Global en el que tuvieron prioridad de inversión los vecinos de Puerto Lumbreras y Lorca, en Murcia. Otro ejemplo reciente es la financiación del proyecto Son Sunyer – Las Andrevas, ubicado en las islas Baleares, y que tuvo cuatro fases de inversión en las que la participación a la ciudadanía local se iba abriendo progresivamente.

Para nosotros no hay duda: la inversión local es una solución de valor compartido imprescindible para fomentar las energías renovables y así debe permanecer. En el corto plazo, porque se trata de un sector dinamizador de la economía y un generador de empleo que va a continuar creciendo. A más largo plazo, porque la apuesta por estos modelos conseguirá abaratar el precio de la factura de la luz y generar rentabilidades interesantes vinculadas 100% al territorio. Para conseguirlo, es indispensable involucrar a la ciudadanía y que esta asuma un papel mucho más activo en el proceso.

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