Opinión

¿Una recesión bienvenida?

La serie Stranger things está ambientada en un pueblo ficticio de Indiana. Aunque aparentemente normal, la localidad tiene una particularidad: en el subsuelo oculta un reflejo simétrico de sí misma, con sus mismas calles y bosques, pero en el que todo está envuelto en niebla, oscuridad y horror. Se llama el "mundo del revés".

Algo parecido ocurría en las predicciones económicas en lo que llevamos de año. Un grupo -bancos centrales, grandes gestoras- vivía en el pueblo normal. Pronosticaban un aterrizaje suave de la economía, con la inflación cayendo gradualmente a medida que los cuellos de botella se iban deshaciendo. Habría subidas de tipos de interés, pero tímidas, porque, más que atajar una inflación que nacía de la oferta, buscarían "normalizar" esos tipos negativos para poder usarlos en la siguiente crisis. En esta visión del mundo, la bolsa era la mejor opción para los inversores ya que el crecimiento elevado de la economía sostendría el precio de las acciones a medida que se retiraban los estímulos.

Por primera vez en más de un año, los mercados confían en que la inflación tiene visos de bajar

Los inversores, por otro lado, veían un mundo mucho más tenebroso en el que la inflación crecía sin control, los bancos centrales subían tipos con tanta agresividad que terminaban matando la economía sin ni siquiera ser capaces de controlar los precios. Este escenario no deja oportunidades de inversión: la subida de tipos mata los bonos, y la recesión mata la bolsa.

La realidad, como ocurre a menudo, ha sido más confusa. La economía no ha ido, ni de lejos, tan mal como esperaban los más agoreros. La mayoría de los indicadores macro no muestran una recesión, en particular el empleo, que sigue subiendo con fuerza. Sin embargo, ha dado igual, los mercados han pasado el año en ese mundo simétrico lleno de horror, y como resultado hemos vivido uno de los peores inicios de año en décadas. ¿Y ahora, qué?

Con menos de cinco meses para terminar el año, las visiones de unos y otros empiezan a converger en torno a dos elementos. Primero, una recesión. Probablemente suave, pero recesión, provocada por la caída de la confianza y la restricción al crédito impuesta por bancos centrales. Segundo, y aquí radica el verdadero cambio, una caída de la inflación. Por primera vez en más de un año, los mercados empiezan a creer que los precios podrían aflojar.

Esta visión de la economía no suena como algo para celebrar, pero en algunos aspectos lo es. Para los banqueros centrales supondría poner fin a un año muy complejo en el que han tenido que luchar simultáneamente contra inflación y desaceleración, un contexto para el que no existe una hoja de ruta clara. Para los inversores, es el final de un periodo en el que no hubo ningún activo de inversión en el que protegerse. Una recesión clásica supondría el final de un entorno inmanejable, y ambos colectivos obtendrían algo que no han tenido en mucho tiempo: claridad sobre qué hacer. Para los banqueros, bajada de tipos y estímulo de la economía, para los inversores, la renta fija de toda la vida.

Conviene mantener la guardia alta dado que la contracción del PIB puede ser peor de lo previsto

El impacto de este cambio de expectativas ya se está materializando. Primero, se han recortado las previsiones de subidas de tipos. Ya nadie espera que los tipos americanos suban por encima del 4% o los europeos lleguen al 2%, como ocurría hasta hace poco. El pico será más bajo, algo por encima del 3% en EEUU, por debajo del 1% en Europa. Segundo, empezamos, ya, a hablar de bajadas de tipos en 2023. Es decir, una recesión moderada de toda la vida, en la que los bonos responden con ganancias a las caídas de tipos, y las acciones no tienen por qué ir mal si, como es el caso, sufrieron por adelantado. Ahora toca reevaluar si el castigo infligido en bolsa fue excesivo o no.

Que esto sea lo que esperan analistas e inversores no implica que vaya a ocurrir. Otros escenarios son posibles, y en general no son mejores. Por ejemplo, la recesión podría ser más profunda de lo esperado. Pero el peor escenario es uno en el que la recesión se combina y con un nuevo deterioro de la inflación.

Podría ocurrir si Rusia cierra el grifo o la tensión China se dispara. En ese caso volveríamos a la casilla de salida, luchando contra otra ola de inflación desbocada, haciendo elucubraciones sobre cuánto y hasta cuando subirán los tipos y caerá la economía y sobre dónde invertir, sin que haya una respuesta obvia en el corto plazo.

Un poco como si nos fuéramos todos a vivir un par de años en el "mundo al revés". Pero no nos adelantemos, como ocurrió en los meses pasados. De momento, seguimos en el pueblo de arriba.

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