
No sé si la razón botánica de que mala hierba nunca muere es la explicación, pero el caso es que ni el COVID19 ha interrumpido la aparente marcha triunfal de la Operación Chamartín.
En plena paralización de las actividades humanas, excluidas las consideradas como esenciales, el Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid ha aprobado definitivamente, pero menos, el expediente administrativo que, si fuera verdad, permitiría su, ¡Ahora sí que sí!, inicio real. Era esencial hacerlo y lo han hecho.
Pero, vayamos por partes. Primero: lo que ha hecho la Comunidad es cumplir, por los pelos y formalmente, lo que dice la ley que tenía que hacer y era pronunciarse en cuatro meses sobre la aprobación provisional que formuló el Ayuntamiento de Madrid en julio de 2019.
Pero esa aprobación agrega a su definición de definitiva el adjetivo, nada menor, de condicionada. Y, a continuación agrega una larga lista de prescripciones que debe cumplir el Ayuntamiento (o quien realmente esté redactando el expediente) antes de que vuelva a la Comunidad para comprobar su cumplimiento y, entonces, proceder a su real y definitiva "aprobación definitiva". Y, para eso, ya no hay plazo legal.
"Ahora se abre un periodo donde la negociación se traslada del Ayuntamiento a la Comunidad"
Ahora se abre un periodo donde la negociación se traslada del Ayuntamiento a la Comunidad para tratar de convenir que algunas de las prescripciones en forma de aclaración no se transformen en alteraciones sustanciales que obliguen a una nueva información pública.
Y, esa negociación se dificulta porque, hasta ahora, la Comunidad no tenía el estatus de patio trasero del BBVA que ha llegado a tener el Ayuntamiento de Madrid. Además, falta el gran muñidor y no se sabe si el sucesor habrá llegado ya a conocer todos los trucos del oficio.
No obstante, yo apuesto a que sí y que, tras un cierto toma y daca, la cosa saldrá adelante. España, y su recuperación tras el COVID19 necesitan de la Operación Chamartín, tal como dijo la Presidenta de la Comunidad de Madrid.
Pero, el segundo problema es un poco más complicado. Se trata de que el BBVA necesita de la aprobación del planeamiento no para llenar aquella zona de obreros y máquinas para empezar las obras, no. Lo necesita para buscar un inversor, o varios, a los que darle el pase del asunto. Y, para eso, y como cuando se adecenta un coche usado para venderlo, es preciso que la Operación Chamartín tenga aspecto de haber resuelto todos sus problemas. Y la pega es que cuando se trata de invertir sumas cuantiosas, como las que se precisan aquí, los gestores de fondos se lo miran mucho.
"Los responsables de ese artefacto, ahora llamado Nuevo Norte, han creído resolver ambos problemas"
Hace ya muchos años (todo lo de la Operación Chamartín tiene ya muchos años) tuve la oportunidad de hablar con el máximo responsable de riesgos de una entidad bancaria española. Me dijo que su banco no iba a intervenir en la financiación de ese asunto por dos motivos: las discrepancias políticas sobre la operación y el problema de los reversionistas.
Los responsables de ese artefacto, ahora llamado Nuevo Norte, han creído resolver ambos problemas. El de la reversión de los terrenos mediante una ley hecha a su medida por el ministro Arias Salgado en 1999 y la interpretación beneficiosa que hacen de unas sentencias del Tribunal Supremo sobre el particular. Veremos, aunque en todo caso, ese es un tema que dará para varios años en los tribunales, tiempo durante el cual, el inversor que se meta en ese tema se deberá estar tentando la ropa.
"No parece que vaya a haber voces políticas discrepantes y, si las hay, van a tener la suficiente sordina como para no ser creíbles"
Lo otro, lo de las discrepancias políticas, ha sufrido nada más que un cambio. Resulta que, en julio de 2019, todas las fuerzas políticas presentes en el Ayuntamiento de Madrid, todas, se alinearon de perfecto consuno para aprobar la Operación Chamartín en un modelo que, por lo menos los grupos de izquierda, habían repudiado años antes. Solo quedó fuera del consenso Unidas Podemos.
Pero es que ahora, meses después, Pablo Iglesias y Alberto Garzón comparten mesa de Consejo de Ministros con José Luis Ábalos, uno de los convencidos (al menos aparentemente) de la bondad de la solución bancaria de esa operación.
Por ello, no parece que vaya a haber voces políticas discrepantes y, si las hay, van a tener la suficiente sordina como para no ser creíbles. (Por cierto, resulta sorprendente que los grupos políticos se hayan puesto de acuerdo para favorecer al BBVA en la Operación Chamartín y no puedan hacerlo para reconducir la situación en España tras el COVID19)
Y, sin embargo, ese problema no se ha resuelto del todo. ¿Porqué?. Pues porque en la información pública se recogieron 3.451 alegaciones con 13.790 páginas procedentes, en su inmensa mayoría, de asociaciones de vecinos y alguna de ecologistas que pedían la retirada del expediente.
Pero el hecho de que se hayan desestimado todas ellas y que, en este momento, no parece haber un grupo político que les represente (salvo esa duda de Unidas Podemos), no evita que se mantengan fuertes discrepancias respecto de la actual Operación Chamartín.
Lo que ocurrirá, que nadie lo dude, es que esas discrepancias ya no se resolverán en el ámbito político si no en sede judicial, dejando una estela de pleitos que pueden tardar en resolverse, como en el caso del contencioso de los derechos de reversión, varios años Y, esto, para lo que el BBVA puede seguir la estrategia del avestruz, minimizando su alcance, va a ser muy tenido en cuenta por los posibles inversores.
Estos, sabedores de la "fragilidad urbanística" de la operación es muy probable que planteen los posibles contratos de asociación financiera, si se producen, con más clausulas condicionadas, adicionales, transitorias y resolutorias que las propiamente descriptivas del acuerdo.
Porque no es lo mismo estar dentro del tinglado, donde no se tiene más remedio que recordar la táctica del gato panza arriba, que estar pensando en entrar en él cubriendo los posibles riesgos lo mejor posible.
Alguien ha dicho que la estupidez y la soberbia suelen ir asociadas, por lo que es posible que haya quien llegue a pensar en que la Operación Chamartín pueda salir adelante en contra de los vecinos, los ecologistas y los reversionistas. Especialmente quien se quiera dejar engañar, por no tener más remedio o por desconocimiento.
La vida de líos para la Operación Chamartín vuelve con la normalidad tras el COVID19.