
El sistema energético mundial está atravesando un período de profunda transformación y se enfrenta a retos muy relevantes en los próximos años.
La demanda de energía en todo el mundo sigue creciendo a un ritmo notable, impulsada por el aumento de la riqueza, el crecimiento del PIB y la creciente necesidad de electricidad en nuevos sectores como la industria, el transporte y la vivienda. Para satisfacer esta creciente demanda, se necesitará una enorme capacidad de generación de energía. Se prevé que las instalaciones energéticas requeridas que entren en funcionamiento desde ahora hasta 2040 tendrán una capacidad mayor de generación de energía que todas las existentes actualmente. Además, una parte significativa de las instalaciones existentes se retirará en las próximas décadas, siendo reemplazada en su mayor parte por energías renovables. Los expertos de Bloomberg New Energy Finance señalan que, para apoyar este crecimiento, la inversión total en este sector superará los 11,5 billones de dólares en 2050.
Los costes de las energías renovables han disminuido drásticamente, gracias a los avances tecnológicos
A este incremento de la demanda energética se une otro factor de igual o incluso mayor relevancia: la urgencia por combatir el cambio climático para evitar que la temperatura de nuestro planeta aumente más de dos grados centígrados. Por esta razón, las energías renovables, incluida la eólica, deben ser una parte esencial de este crecimiento. Los costes de las energías renovables han disminuido drásticamente, gracias a los avances tecnológicos y a la transición hacia modelos totalmente competitivos. En la actualidad, alrededor del 12% de la electricidad que se consume en Europa se genera a partir de la eólica. Según la Agencia Internacional de la Energía, a partir de 2030 el viento será la primera fuente de generación eléctrica, aportando un 21% del total. Y en todo el mundo, la contribución de esta energía se duplicará hasta alcanzar el 14% en 2040. En España, según el informe New Energy Outlook de BNEF, la eólica será la primera tecnología en términos de potencia instalada en 2030, con un 30%.
Además, el apoyo público y político a las energías renovables es ahora más fuerte que nunca. La Cumbre del Clima de Polonia acaba de sellar un pacto para activar el Acuerdo de París, mientras que la Unión Europea materializó su compromiso de alcanzar un 32% de renovables en 2030. Países como Alemania o Noruega son claros ejemplos desde hace años de la voluntad de avanzar hacia un modelo energético sostenible con propuestas como el abandono del gas como fuente de calefacción, el fomento de coches cero emisiones o ambiciosos objetivos de generación de electricidad a partir de fuentes renovables.
En el esfuerzo global para combatir el cambio climático y promover las energías renovables, España ha desempeñado durante mucho tiempo un papel destacado y decisivo. Después de años de parón, nuestro país volvió a tomar el testigo con la celebración de tres subastas de energías renovables durante los años 2016 y 2017 que concluyeron con la adjudicación de 8.700 MW, de los cuales 4.600 MW eran de energía eólica.
Es necesario fortalecer la eficiencia y seguridad energéticas y hacer tangibles los fundamentos de la lucha por el cambio climático.
Ahora España, como el resto de Estados miembro, acaba de aprobar el Borrador del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima que remitirá a la Comisión Europea. En este documento se esboza la estrategia para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y cumplir con los objetivos de Bruselas, marcando el camino para lograr la plena descarbonización de la economía para mitad del siglo.
Se trata de un paso importante hacia el establecimiento de una planificación energética ambiciosa, ordenada y segura, eficiente y económicamente sostenible. Es necesario fortalecer la eficiencia y seguridad energéticas y hacer tangibles los fundamentos de la lucha por el cambio climático.
En este sentido, las metas de este Plan suponen una noticia muy positiva tanto para la industria de las energías limpias como para la población en general. Se trata del avance hacia un marco regulatorio con objetivos ambiciosos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y penetración de renovables en el consumo de energía final, superiores incluso a los estipulados por la Unión Europea.
Así, para 2030 se espera reducir las emisiones al menos un 20% respecto al año 1990, una meta muy superior al 10% estipulado por Bruselas para España, mientras que para 2050 el porcentaje alcanzaría el 90%. Respecto a la penetración de renovables en el consumo de energía final, el objetivo para 2030 se sitúa en el 41,83%, de nuevo mayor que el 32% fijado por la UE, y al menos el 74% de generación en el sistema eléctrico a partir de energías de origen renovable.
También es importante incentivar la repotenciación o sustitución de los aerogeneradores de los parques más antiguos
Respecto al objetivo específico de eólica, la meta es que se alcancen los 50 GW de potencia instalada para 2030, con un volumen de anual de instalaciones 2.200 MW durante esta década. Con ello, esta energía aportaría el 34% de la generación de electricidad total.
En la lista de las tareas pendientes me gustaría destacar la planificación de un calendario de subastas a largo plazo con volúmenes anuales predefinidos y un sistema retributivo claro que dé estabilidad y visibilidad al sector. Además, para asegurar que este proceso sea ordenado y eficiente estas subastas deben ser específicas para cada tecnología con cuotas de penetración de renovables más ambiciosas, que incluyan programas de hasta 4.000 MW anuales de renovables. También es importante incentivar la repotenciación o sustitución de los aerogeneradores de los parques más antiguos con la definición de un calendario específico con sus respectivos volúmenes.
Por último, quiero apuntar la necesidad de promover una planificación eficiente de las redes para asegurar el correcto despliegue de las energías renovables en España.
Todos estos factores nos hacen encarar el 2019 con optimismo y esperar que se cumplan todos los objetivos comprometidos para seguir avanzando hacia un escenario energético sostenible para las generaciones futuras.