Opinión

El coste de las promesas preelectorales

  • Frases como la de Rivera de no pactar con el PSOE pueden perjudicarle
Foto: Reuters

Recientemente, hemos escuchado al líder de Ciudadanos, Albert Rivera, afirmar con contundencia que, sea cual sea el resultado electoral de las elecciones generales del 28 de abril, no va a pactar ni con Pedro Sánchez, ni con el PSOE. De forma similar, en 2015 y 2016 el actual Presidente del Gobierno dijo su famoso "no es no" para referirse a la posibilidad de facilitar la investidura de Mariano Rajoy, incluso es famosa la foto en 2006 de Artur Mas yendo al notario para garantizar a los electores que no pactaría con el PP.

Evidentemente, los líderes políticos hacen estas afirmaciones pensando que les van a reportar algún tipo de ventaja electoral, que sólo se puede verificar (al menos en parte) después del recuento en el día de las elecciones. Pero este tipo de afirmaciones también tienen un coste en términos de capacidad de negociación, en el peso que el grupo parlamentario del partido correspondiente tendrá a la hora de formar las futuras coaliciones de gobierno. Cuantas más opciones de pactar tenga un partido, más influencia tendrá en el resultado final de la negociación.

Evidentemente, el peso "real" de un partido no es su proporción de escaños en la cámara, sino lo decisivo que este partido resulte para formar una coalición o sacar adelante una votación, es decir, su "índice de poder". Todos recordamos la importancia del diputado Pedro Quevedo, de Nueva Canarias, a la hora de aprobarse los Presupuestos: con un solo escaño, su poder de negociación era enorme y no un mero 0,29% (1/350) que es su proporción en la cámara.

En teoría de juegos cooperativos existen varias formas de medir el "verdadero" peso de un actor en una negociación de estas características. Los más conocidos son el índice de Shapley-Shubik y el índice de poder de Banzhaf. Este último es el más intuitivo. Calcula la probabilidad que tiene un partido de cambiar una votación si cambia de criterio. Es decir, de todas las coaliciones posibles que se pueden formar, en cuantas de ellas el cambio de voto de ese partido hace perdedora a la coalición. O lo que es lo mismo, en cuantas de las posibles coaliciones, ese partido tiene un voto crítico, sin el cual no se puede ganar la votación.

El índice de Banzhaf se puede calcular sin restricciones (todos se pueden coaligar con todos), como ocurriría por ejemplo en una votación en el Consejo de la Unión Europea, o con restricciones (no todas las alianzas posibles son viables). Por ejemplo, en el Congreso de los Diputados actual la suma de escaños de PP y Unidos Podemos da mayoría absoluta, pero es obvio que esa coalición es poco viable.

Sin embargo, en el ejercicio que describe este artículo se han establecido las siguientes restricciones, que parecen lógicas en términos ideológicos. No pueden formar parte de una misma coalición: PSOE+Vox, Partidos Independentistas+Vox, Independentistas+PP, Independentistas+Ciudadanos, PP+Podemos y Ciudadanos+Podemos. Además, para valorar el efecto que tienen las promesas preelectorales sobre la capacidad posterior de negociación de los partidos, se recalculan los índices de poder, añadiendo la restricción de que no pueden formar parte de una misma coalición, por un lado, Ciudadanos+PSOE (la promesa de Albert Rivera) y, por otro PP+PSOE (el "no es no").

Para calcular los índices de poder es necesario hacer diferentes supuestos sobre el resultado de las próximas elecciones generales del 28 de abril. Para ello se han elaborado seis escenarios derivados de los resultados más plausibles que arrojan las encuestas.

En el primer escenario, no hay mayorías claras. El PSOE no suma con Ciudadanos más de 175 esaños, no es posible reeditar el Gobierno Frankenstein (PSOE+Podemos+ Independentistas) ni una mayoría a la andaluza (PP+Ciudadanos+Vox).

En este caso el índice de poder de Banzhaf sería del 50% para PSOE y PP y del 0% para los demás, y los únicos gobiernos posibles serían (PP+ PSOE, o PP+PSOE+C´s).

La promesa de Albert Rivera no alteraría el resultado (si bien evitaría formar parte de un gobierno junto a PP y PSOE). El "no es no" del PSOE llevaría a un resultado del 0% del poder de negociación para todos y sería necesario repetir las elecciones. En resumen, para este escenario la promesa de Rivera perjudicaría algo a Ciudadanos y el "no es no", perjudicaría enormemente tanto al PSOE como al PP, lo que convierte esta opción en poco probable.

En el segundo escenario, se puede formar una mayoría a la andaluza, pero no un gobierno Frankenstein y no suman PSOE y Ciudadanos. El PP quedaría muy reforzado con un índice de poder del 43%, el PSOE del 26% (a pesar de ganar las elecciones), C's y Vox del 14% cada uno y 0% los demás.

La promesa de Rivera cambiaría el resultado así: PP 40%, PSOE 20%, Ciudadanos 20% y Vox 20%. Por lo tanto, en este escenario sería una promesa totalmente creíble ya que mejora su posición. Por otra parte, el "no es no" cambiaría el resultado a: PP 33%, Vox 33%, Ciudadanos 33% y PSOE 0%. Por lo que el coste de cumplir la promesa sería muy alto para el PSOE, lo que la convierte en poco creíble en este escenario.

En el tercer escenario, el PSOE consigue una posición central. Se puede reeditar el gobierno Frankenstein, el PSOE y Ciudadanos suman más de 175 y no se puede formar un gobierno a la andaluza. El índice de poder se repartiría así: PSOE 50%, Podemos 12,5%, Ciudadanos 12,5%, PP 12,5% y nacionalistas 12,5%. Por lo tanto, el PSOE tendría una abrumadora capacidad de negociación.

La promesa de Rivera alteraría el resultado así: PSOE 40%, PP 20%, Podemos 20%, nacionalistas 20% y Ciudadanos 0%. En este escenario, cumplir la promesa perjudicaría gravemente a Ciudadanos, por lo que no parece muy probable que se cumpliera en estas circunstancias.

El "no es no" produciría los siguientes pesos: PSOE 40%, Ciudadanos 20%, Podemos 20%, nacionalistas 20% y PP 0%. Es más creíble, el PSOE disminuiría poco y eliminaría el peso del PP.

En el cuarto escenario, la situación es similar al Congreso que se va a disolver. Se puede reeditar el gobierno Frankenstein, no suman PSOE y Ciudadanos y no se puede formar gobierno a la andaluza. l reparto del índice de poder sería así: PSOE 43%, PP 29%, Podemos 14%, nacionalistas 14% y C's 0%.

La promesa de Rivera alteraría el resultado así: PSOE 40%, PP 20%, nacionalistas 20%, Podemos 20% y Ciudadanos se mantiene en el 0. Es, por tanto, en este escenario una promesa creíble.

El "no es no" otorgaría a PSOE, Podemos y nacionalistas un peso del 33% cada uno. Lo que perjudicaría claramente el peso de negociación del PSOE, por lo que sería poco creíble.

En el quinto escenario, hay una preponderancia del centro izquierda. Así, PSOE y Ciudadanos su-man, pero no se puede reeditar el gobierno Frankenstein ni realizar un pacto a la andaluza. El reparto del índice sería: PSOE 60%, PP 20%, Ciudadanos 20% y el resto 0.

La promesa de Rivera llevaría a PSOE 50% y PP 50%. El resto 0. Sería un gobierno de gran coalición dejando fuera a Ciudadanos y sería muy poco plausible que se cumpliera la promesa.

El "no es no" produciría: PSOE 50% y Ciudadanos 50%. Dejaría al PSOE en manos de C's y sería también poco creíble que se cumpliera.

En el sexto y último escenario, existe un auge de Ciudadanos. El PSOE suma con Ciudadanos, también se puede realizar un pacto a la andaluza, pero no un gobierno Frankenstein. El índice se repartiría así: PSOE 37,5%, PP 25%, C's 12,5% y Vox 12,5%. El resto 0.

La promesa de Rivera alteraría así el resultado: PP 40%, PSOE 20%, C's 20% y Vox 20%. Sería relativamente creíble, ya que reforzaría a todos y perjudica al PSOE.

El "no es no" llevaría a: PSOE 20%, Ciudadanos 40%, PP 20% y Vox 20%. Sería poco creíble, ya que reforzaría mucho a C'S en perjuicio del Partido Socialista.

En conclusión, los votantes se enfrentan a un problema de consistencia en el tiempo. Deben votar valorando la credibilidad o no de las promesas preelectorales, pero los líderes políticos, una vez recibido el voto derivado de la misma, tienen mayores o menores incentivos a cumplirlas en función del resultado electoral y el escenario en que se encuentren. Más que creer o no en las promesas, los votantes deberíamos pensar qué escenario es el más probable y en función del mismo conocer los incentivos de los líderes para cumplirlas.

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