Opinión

Europa como incubadora de la empresa inteligente

Cuando hablamos de innovación, de transformación, de digitalización y, sobre todo, de inteligencia artificial (IA), casi siempre pensamos en Estados Unidos y Asia y relegamos a la Vieja Europa a un puesto tan a la cola en esta carrera que casi se queda descolgada. Poniendo la dimensión en contexto, EEUU tiene el 4,3% de la población mundial, Europa casi el 10% y España el 0,6%. Es decir, el 4,3% lidera al resto del mundo.

Estados Unidos es el líder en Inteligencia Artificial con más de 2.900 compañías dedicadas a ese ámbito, seguido de China con 709, frente a las 662 que suman Reino Unido, Alemania y Francia, los mercados europeos más potentes. Y aunque parezca que China está todavía muy lejos de EEUU está impulsado enormemente esta área y está muy bien posicionada para jugar un papel de liderazgo mundial. Tiene una gran ventaja: una extensa población que utiliza una enorme cantidad de dispositivos electrónicos, que generan un ingente volumen de datos, que constituyen la base para que la inteligencia artificial sea efectiva -necesita tener datos para entrenar los algoritmos y que estos sean más precisos-. También cuenta con un importante apoyo por parte del Gobierno que está poniendo en marcha ambiciosos planes para impulsar esta materia. Ese apoyo del Gobierno no es baladí. Estamos hablando de una industria que podría alcanzar los 127.000 millones de dólares en 2025 y que podría hacer crecer el PIB mundial en un 26% en 2030.

¿Y Europa? ¿tiene algo que hacer en este ámbito? ¿todavía puede jugar un papel relevante en este terreno que le permita, además, impulsar su posición en la digitalización? La respuesta es sí. La Inteligencia Artificial está todavía en una etapa incipiente de desarrollo y hay algunos ámbitos en los que existe un gran recorrido porque están escasamente explotados y tienen un amplio campo de aplicación como, por ejemplo, la empresa inteligente.

La empresa inteligente necesita de tecnología para automatizar tareas, pero también para establecer previsiones acertadas sobre el negocio, ofrecer servicios personalizados a los clientes, mejorar su experiencia de usuario y descubrir nuevos modelos de negocio, más productivos y eficientes. Y la tecnología que está detrás de todo ello es la Inteligencia Artificial.

Europa tiene los activos y el potencial para competir con Estados Unidos y China. Muchas empresas europeas, líderes en su campo, deberán invertir en IA para seguir siendo competitivas y generar datos con los que pueden trabajar los algoritmos. En Europa tenemos un enorme conocimiento que se puede aplicar a este campo y contamos con algunas de las universidades más prestigiosas del mundo, que se están convirtiendo en centros de investigación líderes en el desarrollo de aplicaciones de Inteligencia Artificial para la empresa inteligente.

Tenemos la base y los recursos. Ahora solo hay que adoptar las medidas y las iniciativas necesarias para apoyar el objetivo. El primer paso podría ser establecer un diálogo entre los diferentes interlocutores.

El segundo, sin duda, será desarrollar programas que permitan dotar a las personas de las competencias necesarias para impulsar la inteligencia artificial. Como ya han demostrado la mayor parte de los estudios, la automatización provocará la destrucción de algunos empleos, pero el saldo final será positivo y se crearán más puestos de trabajo de los que se destruyan. El futuro del empleo estará basado en la colaboración hombre-máquina, bajo el paraguas de la humanidad aumentada. Aunque existan clusters en algunos países de la Unión Europea centrados en investigación e innovación, si realmente queremos competir con los de China y EEUU es necesario desarrollarlos a gran escala, así como mecanismos para coordinar la actividad de todos ellos y lograr así que sean realmente productivos. Establecer un marco legal incentivador, que permita crear un mercado único de productos y servicios y resuelva los riesgos que pudiera generar la inteligencia artificial es otra de nuestras recomendaciones. Se requiere agilidad y probablemente no sea necesario crear una legislación específica, pero sí adaptar la existente.

Aunque las amenazas que se asocian a los robots están más cerca de las películas de ciencia ficción que de la realidad, es aconsejable establecer un código de buenas prácticas empresariales, que permita asegurar un desarrollo respetuoso con los valores, principios éticos y leyes vigentes en Europa.

Por último, teniendo en cuenta que las pymes constituyen la espina dorsal de la economía europea, es imprescindible impulsar la adopción de esta tecnología para incentivar que sigan siendo competitivas. En cuanto al sector público, debería dar ejemplo y convertirse en pionero en el uso de la inteligencia artificial para demostrar a los ciudadanos los beneficios que puede proporcionar. Si Europa se lo toma en serio, todavía puede tener futuro en el campo de la inteligencia artificial y liderar el desarrollo de la empresa inteligente. En esta carrera se juega más de lo que pudiera parecer a priori. No debe perder más tiempo.

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