
En los últimos cinco años, la industria turística ha invertido recursos, esfuerzos y energía en evolucionar los productos y servicios turísticos, primero hacia la personalización, posteriormente a la emoción, y para conseguir que los viajes conmuevan y emocionen, es necesario crear experiencias.
Quienes trabajamos en el sector hemos visto crecer, a la sombra de esta reflexión, nuevas iniciativas, proyectos, productos y servicios que han sabido aprovechar la tecnología para crear esta conexión emocional, apuntalar la personalización, y diseñar experiencias únicas.
Un estudio llevado a cabo por el profesor de psicología de la Cornell University Thomas Gilovich durante décadas, ha llegado a la conclusión de que la felicidad es producto de las experiencias, no de las cosas que poseemos, y que el gasto en las primeras produce más satisfacciones que las posesiones materiales.
No cabe duda del papel de la tecnología en alcanzar mayores niveles de personalización sin que eso suponga un incremento de costes para el consumidor final, y los avances que veremos en este sentido gracias a la inteligencia de datos y al machine learning en los próximos años serán sorprendentes y muy emocionantes.
Hemos sido testigos de esta evolución en el segmento de las agencias de viaje, las búsquedas y las reservas, las aerolíneas, la hotelería, las actividades complementarias, incluso el feedback posterior en plataformas sociales; pero ha habido un sector que, por su dispersión, ha llegado un poco después: la náutica como actividad turística y de ocio.
La idea de navegar sin un rumbo definido, haciendo paradas aleatorias, descubriendo lugares solo accesibles por mar es el epítome de la experiencia única y personalizada. Suele relacionarse con vacaciones de lujo, con un fuerte componente aspiracional. Ser propietario de una embarcación de recreo, especialmente en un país como España, rodeado de paisajes costeros espectaculares, es un privilegio que suele implicar grandes costes de mantenimiento.
Y alquilar un barco tampoco era una afición barata, pero de nuevo, la tecnología está acercando la náutica al público general, desde el punto de vista de oferta disponible y precio, y está convirtiendo los barcos en activos capaces de generar ingresos y no solo costes. Para nadie es un secreto que el mercado está atomizado, tanto a nivel mundial como en España. En las costas españolas la oferta es amplia, y la demanda, tanto de viajeros nacionales como internacionales, se incrementa cada año.
Según cifras de la Asociación Nacional de Empresas Náuticas (ANEN), el mercado de embarcaciones de recreo ha crecido un 6% entre enero y mayo de 2018, y del total de barcos matriculados, el 32,5% se destina al alquiler, un punto por encima de la cifra alcanzada entre enero y mayo del año pasado.
El mercado global de alquiler de embarcaciones de recreo ronda los seis billones de euros, en este sector, existen plataformas de alquiler de embarcaciones que, como Click&Boat, tienen presencia a nivel global en más de 20 países.
En general, webs similares repiten el esquema de mercados locales, más fragmentados, con numerosas empresas de alquiler de embarcaciones con presencia en destinos locales; pero la demanda está mostrando el camino: el mercado crece anualmente entre un 15 y un 20% al año, y genera un volumen de negocio de 3.000 millones de euros en Europa y 320 millones en España.
Nosotros estamos leyendo esta tendencia, hacia la concentración de la oferta, para ofrecer no solo cabida a propietarios particulares, sino también a empresas de alquiler profesionales (o yacht charters) en nuestra plataforma, y ofrecer un producto más completo al cliente final.
Y este mercado empieza a pensar en los barcos no solo como una actividad complementaria, sino también como un medio de transporte alternativo en destino y como una opción de alojamiento.
La actividad de nuestra plataforma de reservas nos permite prever que 2018, desde el punto de vista del viajero, el alquiler de embarcaciones crecerá también como alternativa para las estancias especialmente en temporada alta, porque comparativamente, los costes son menores a los hoteles, especialmente en destinos muy demandados en verano; y además, permite crear una experiencia de viaje muy personalizada.
Si se puede reservar un viaje en pocos clics, si se puede personalizar la experiencia turística a través de la tecnología; el mar y las experiencias náuticas deben saltar a la red, ofreciendo una oferta completa, variada y amplia que capture el espíritu náutico para emocionar al viajero e invitarle a disfrutar sin límites de unas vacaciones únicas mecidas por la brisa del océano.