
Todos los emprendedores primerizos, con negocios que necesitan financiación externa, hemos incluido entre nuestros primeros pasos la asistencia a algún foro de emprendedores, la búsqueda de información en webs especializadas, y el asesoramiento por parte de algún organismo público o privado con programa de ayudas al emprendimiento.
El mensaje en esos primeros días es el mismo a lo largo del ecosistema: para empezar la empresa, lo que más valoran los inversores es que tengas un equipo sólido y un buen plan de negocio, con un mercado existente y atacable, una buena estrategia y una empresa escalable. Pan comido.
La realidad, sin embargo, cuando vas a hablar ya en serio (pedir pasta) con fondos de inversión y business angels, es muy distinta. Presentas tu documentación impoluta, empresa escalable, equipo top, modelo de negocio bien definido... Y lo haces con la sensación inequívoca de que vas a triunfar. Y, con precisión cuasi quirúrgica, la única pregunta que recibes a cambio es, ¿y qué pasa con tus métricas? Y si no puedes probar que tus métricas (primeras ventas) son adecuadas y crecientes (unos pocos cientos de operaciones y creciendo cada mes), ya te puedes olvidar del inversor.
¿Argumento? El inversor suele argumentar que prefiere entrar en estadios más tardíos del proyecto, cuando el riesgo ha disminuido, aunque le cueste un poco más caro. Obviamente detrás de eso está el hecho de que los gestores de los fondos, a menudo, optan por hacer un seguimiento estándar de la participada que les va a costar un esfuerzo y, en un fondo con tickets de medio millón, el esfuerzo es cinco veces menor que si el ticket medio es de 100.000. El argumento es impoluto.
Pocos son los fondos que optan por hacer un seguimiento menos estándar e implementar herramientas que les permitan diversificar más con menos esfuerzo, aunque quizá en ese camino podrían encontrar mejores oportunidades (al menos más diversificadas, lo que desde un punto de vista de riesgo, suele ser mejor).
Con este panorama el emprendedor debería saber alguna cosa que tarda un tiempo en averiguar, a menudo demasiado para la capacidad de supervivencia de su empresa:
Primer camino (1), si vas a necesitar inversión, enfócate a hacer un MVP que pueda demostrar tracción con pocos recursos. Olvídate de otros aspectos: si consigues tracción creciente tienes muchas posibilidades de sobrevivir. Si no la consigues, tienes muchas posibilidades de morir.
Segundo camino (2), si tu mercado está poco maduro y no va a ser fácil conseguir tracción, olvídate de los inversores del ecosistema Startup que todos conocemos. Enfócate en conseguir un inversor que se crea tu proyecto y a tí. Para ello busca personas afines y empresas con sinergias: el inversor institucional, el corporate capital que aún no sabe que lo es, puede ser tu mejor opción. Busca una empresa a la que le guste lo que propones y que pueda ver en tí una oportunidad para hacer algo que ellos no hacen, pero que les gustaría hacer.
Esfuérzate en conseguir el interlocutor adecuado (el CEO, generalmente), y véndele una visión, no unas métricas.
Si necesitas aguantar para conseguir el inversor bueno en (2), insiste en el camino ff&f y prueba a apalancarlo con un crowdfunding.
Estos caminos, aunque parezcan similares, son completamente distintos y deberían recorrerse alternativamente. Es difícil que un proyecto que no sirve para el camino (1) encuentre financiación allí antes de recorrer el camino (2). Sin embargo, el éxito en el camino (2) mejorará mucho tus posibilidades si luego tienes que volver al camino (1).
Y siendo caminos diferentes, necesitan de herramientas distintas para recorrerlos. Tu plan de negocio, tu presentación, tu equipo y tu visión, deben estar adaptados al compañero de viaje que buscas. Al final cuando la empresa haya agarrado, y el equipo esté completo, la foto será probablemente similar. Pero el camino es muy distinto, y se recorre de forma distinta.
Enfoca tus esfuerzos. Son limitados.