
Boris Johnson nunca ha ocultado su ambición de llegar al número 10 de Downing Street. El ya exministro de Exteriores decide elevar las apuestas. Su dimisión ni mucho menos supone una despedida de la política británica. Tras su renuncia calcula volver para hacerse con el poder.
El exalcalde de Londres ha sido un claro y abierto partidario de un divorcio radical con la Unión Europea. Una vez sin compromisos con Theresa May, se convierte en un centro de atracción para todos los que piensan igual que él. La acusa de hacer del Reino Unido un "Estado vasallo" de la UE.
La primera ministra carece de liderazgo y carisma. May es considerada políticamente débil. Con su reconocida capacidad de trabajo, ha logrado sortear escollos y llegar a una propuesta de negociación con la UE sobre el Brexit que obtuvo el apoyo del gabinete. Será la carta que los británicos llevarán a la siguiente ronda de conversaciones en Bruselas este lunes. Sin embargo, quedaron en el camino dos euroescépticos emblemáticos. Junto a Johnson, David Davis, el negociador para la salida de la UE. Pese a ello, May ha resistido la acometida de algunos diputados tories que pretendieron impulsar un voto de confianza en el Parlamento, para lo cual no contaban con apoyo suficiente.
¿Qué es lo que sigue manteniendo -de momento- unidos a los conservadores en torno a May? Es el temor a regalarle el gobierno a los laboristas de Jeremy Corbyn.
En 2016 May estaba en contra de la salida de Reino Unido. En el diseño que traza en la actualidad habla de una zona de libre comercio entre Londres y Bruselas. Un "modelo aduanero amable para los negocios" que vende como una tercera vía.
Los partidarios de un Brexit duro denuncian que el plan de May - que dispone la libre circulación de bienes en el mercado europeo, pero con limitaciones a la circulación de capital, personas y servicios - les obligará a seguir atados a las regulaciones europeas. Critican que no tendrán el control de sus leyes y sus fronteras y que, en definitiva, la Corte de Justicia Europea todavía podría inmiscuirse en las decisiones del Parlamento. May responde que se está proponiendo un Brexit "suave y ordenado" que minimiza los roces comerciales en la frontera, que sí estaría controlada por los británicos.
Londres ha presentado el Libro Blanco que detalla su propuesta. Esencialmente, se propone un mercado común de bienes con la UE, con equivalencia regulatoria. El negociador jefe de la Unión, Michel Barnier, afirma que esperará a leer el Libro para decidir si la propuesta británica es "viable y realista". Barnier insiste asimismo en que protegerá en las negociaciones la "integridad del mercado interior y la indivisibilidad de las cuatro libertades" de circulación de personas, bienes, capitales y servicios.
El presidente de EEUU, Donald Trump, de visita en Londres, se ha apresurado a enjuiciar lo que aparece en el Libro Blanco. "Este Brexit no es lo que votaron los británicos. El pueblo se pronunció por la división". Aunque después se retractó, la frase quedó dicha. Además aprovechó la entrevista para elogiar al archienemigo de May. El magnate considera que Johnson "sería un gran primer ministro".
Con toda probabilidad las discusiones y divisiones seguirán. Y May continuará sufriendo otros intentos de debilitar su autoridad. No obstante, por ahora el gabinete está unido para avanzar en un acuerdo que deberá estar listo para una cumbre europea, en octubre, y materializar la salida en marzo próximo.
Johnson sabe que le conviene no participar en estas negociaciones con la UE, que serán criticadas. Lo están siendo ya. Si más tarde logra desbancar a May, podrá culparla de todos los problemas que surjan en la nueva situación post-Brexit.
Histriónico y mediático, tras su vociferante vehemencia y escaso tacto se oculta un rigor moral desde luego no siempre a la altura de lo deseable.
Johnson se convirtió en una figura carismática mientras creaba una imagen optimista del futuro de Gran Bretaña fuera de la Unión Europea. Presentó un futuro prometedor fuera del bloque al insistir en las enormes posibilidades del Reino Unido para negociar acuerdos bilaterales con EEUU o los miembros de la Commonwealth.
En su dura carta de renuncia Johnson aseguró que el "sueño del Brexit está muriendo". Eso no debe ocultar que en él la ambición prima sobre las convicciones. Recuérdese su defensa de embustes desmentidos por todos los expertos. Mentiras tan descaradas como que el Brexit permitirá recuperar 408 millones de euros a la semana para mejorar la sanidad.
La rebelión y el caos en el partido conservador irán en aumento. Johnson se mantiene al acecho para su asalto al poder.